Las esculturas de pensadores, compositores, fundadores de la nación o artistas que copan las calles de Kiev eran antaño uno de los principales atractivos turísticos y motivos de orgullo de la capital ucraniana, pero la guerra obligó a los kievitas a proteger su preciado patrimonio con sacos de arena y muros que, ahora, impiden incluso intuir la forma de estos monumentos.