Es muy común que después de las fiestas navideñas se note un aumento de peso que en la actualidad ya no sólo impacta a los adultos, sino que involucra a todas las etapas de la vida, desde la niñez, adolescencia, adultez y hasta la vejez.
“El aumento de peso se debe a que en este periodo, la población tiende a modificar sus hábitos alimentarios teniendo una dieta rica en grasas, azúcares, alimentos procesados y alto consumo de alcohol”, informó la nutrióloga de la dependencia, Sigrid Pimentel.
Precisó que en ocasiones se presentan trastornos tales como: depresión, ansiedad y estrés, los cuales buscan ser minimizados por la mayoría de la gente, mediante el placer que causa la comida.
“Lamentablemente en nuestra cultura, la comida es el mayor pretexto para demostrar el cariño y otros sentimientos durante las fiestas, lo que implica mayores porciones, platillos llenos de azúcares, grasas y sodio”, señaló.
Manifestó que es de gran importancia recalcar que el aumento de peso es relativo a la condición fisiológica, metabólica y psicológica de cada persona.
Otro punto a tomar muy en cuenta es que el incrementar de peso lleva tiempo y lo mismo sucede para adelgazar. Por ello, las “dietas mágicas o milagrosas”, aunado a los diversos suplementos o remedios que se ofertan garantizando que en realidad producirán resultados, representan un gran riesgo para la salud.
“Lo que generalmente provocan en el organismo es un desequilibrio de nutrientes que puede llegar a ocasionar una gran descompensación y propiciar algún padecimiento fatal”, advirtió la experta.
Resaltó que entre los adultos, lo más recomendable es bajar medio kilogramo por semana, es decir, dos kilogramos por mes, siguiendo un régimen adecuado a cada persona.
En el caso de los niños, consideró que es importante trabajar en conjunto con los tutores del menor en la modificación de hábitos y educación, cuidando la cantidad y calidad de la dieta.
Sugirió realizar cinco comidas al día; ingerir verduras y frutas; optar por el consumo de cereales integrales; limitar alimentos con grasas saturadas y grasas trans (alimentos procesados); reemplazar por agua natural los jugos, refrescos y bebidas con azúcar en exceso.
Además, respetar los horarios de comida, no se deben exceder más de dos horas para tomar el desayuno, comer entre cada tres o cuatro horas y cenar dos horas antes de irse a dormir.