"Les digo a todos los mexicanos que tengan confianza, que vamos a superar esta actitud del Gobierno de Estados Unidos y que van ellos a rectificar porque México no merece un trato como el que se quiere aplicar", dijo el mandatario desde Palacio Nacional.
La decisión de Trump de aplicar aranceles del 5 % a partir del 10 de junio -y aumentar los gravámenes gradualmente hasta el 25 %- si México no frena la creciente migración hacia su vecino del norte ha sentado como un jarro de agua fría.
Paradójicamente, la jornada del jueves arrancó con el anuncio del Gobierno mexicano de iniciar trámites con el Senado para pedir la ratificación del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Horas después, el presidente estadounidense dinamitaba el avance del T-MEC -y facilitaba una guerra comercial- con la imposición de estos aranceles.
Pero López Obrador evitó la confrontación con el temperamental Trump tal y como ha hecho desde que inició su mandato el 1 de diciembre.
Ante esta grave situación, el líder izquierdista anunció que un equipo de diplomáticos encabezado por el canciller, Marcelo Ebrard, puso este mismo viernes rumbo a Washington para buscar una solución.
"Que busque con funcionarios del Gobierno de Estados Unidos comunicación e intercambios de puntos de vista, y que se llegue a un acuerdo", apuntó el mandatario.
Tras darse a conocer el anuncio, Ebrard expuso en Twitter que buscará "entablar conversaciones a la brevedad" con las autoridades estadounidenses.
Y a modo de recordatorio, agregó que México es el principal socio comercial de Estados Unidos, y que ni el flujo migratorio de centroamericanos ni el elevado consumo de drogas allí "son responsabilidad" de México.
La misión diplomática coincide con la apelación a la "unidad nacional" de López Obrador, quien aseguró que informará constantemente a los mexicanos de la situación.
La oposición política mexicana tampoco tardó en manifestarse en favor de López Obrador, mostrándole su respaldo.
Pese a este apoyo unánime y a la llamada al diálogo, la noticia ha convulsionado los mercados y el peso arrancó la jornada rondando las 19,75 unidades por billete verde, un nivel que no se veía desde finales de diciembre.
La Bolsa Mexicana de Valores (BMV) también arrancó con pérdidas superiores al 1.7 %.
Las razones de este descalabro son comprensibles, pues Estados Unidos es el principal socio comercial de México.
El país exportó entre enero y noviembre de 2018 a Estados Unidos productos por valor de 328,059 millones de dólares, lo que representa el 79.4 % de las exportaciones totales.
En su mayoría fueron bienes relacionados con el sector de la automoción, según datos del Gobierno mexicano.
Y en la dinámica frontera entre ambos países -en la que Trump quiere construir un muro en sus más de 3.,000 kilómetros- el intercambio comercial suma miles de millones de dólares al día.
A la salida de un evento, el gobernador del Banco de México, Alejandro Díaz de León, opinó que, de aplicarse los aranceles en el país, habría un impacto en el crecimiento de la economía, que ya está en horas bajas.
Aunque López Obrador apuesta que México crecerá al 2 % este 2019 y a un 4 % en promedio anual durante su sexenio, el instituto emisor rebajó esta semana el crecimiento de la economía a un rango de entre 0.8 % y 1.8 %.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) manifestó en un boletín que la posición de Trump no tiene "justificación".
"Los asuntos migratorios no deben contaminar y perjudicar la estrecha relación comercial", consideró la patronal.
También apuntó que debe "prevalecer el diálogo" y enfrentar asuntos como la migración "sin dañar el futuro de desarrollo y prosperidad compartida".
En declaraciones a Efe, la coordinadora de la Licenciatura en Administración de Negocios Internacionales de la Universidad Iberoamericana, Aribel Contreras, alertó del "impacto muy fuerte" de estas medidas anunciadas.
La analista apuntó que esta decisión unilateral de Washington, claramente "proteccionista", "viola la normatividad de la Organización Mundial de Comercio (OMC)".
No obstante, lo que ha hecho saltar todas las alarmas es la vinculación directa de un asunto comercial con el fenómeno migratorio.
La frontera entre Estados Unidos y México vive desde hace meses una situación de crisis por el creciente flujo de migrantes, en su mayoría familias centroamericanas solicitantes de asilo.
En marzo cruzaron 92,831 migrantes y en abril fueron 98,977, una cifras sin precedentes en la última década.
Según datos del Instituto Nacional de Migración (Inami) de México, en abril se deportaron 14,970 personas, casi triplicando los 5,717 personas deportadas en diciembre.
López Obrador, que tiene un plan de desarrollo para Centroamérica y busca apoyo del Gobierno de Estados Unidos, fue muy claro este viernes.
"Se están atendiendo los flujos migratorios pero también seguimos insistiendo en atender el problema de fondo", dijo el presidente, quien defendió el "derecho a vivir libre de miserias".