Las acciones de las mayores aerolíneas estadounidenses perdieron cerca del 3 por ciento de su valor en los mercados neoyorquinos, tras el reforzamiento de las medidas de seguridad en los aeropuertos y vuelos después del atentado frustrado del pasado viernes contra un avión de Northwest.
Los títulos de Delta, que está en proceso de integrar sus operaciones con Northwest después de adquirir esa aerolínea en 2008, se depreciaron hoy 4.08 por ciento, en tanto que los de AMR, dueña de American Airlines, bajaron 4.79 por ciento al final de la sesión en Wall Street.
Los inversores no habían tenido ocasión hasta hoy de reaccionar al fallido atentado contra un avión que iba a aterrizar en Detroit procedente de Amsterdam y que de nuevo ha provocado la alarma de las autoridades estadounidenses y europeas.
La secretaria estadounidense de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, reconoció hoy en entrevista televisiva que al nigeriano Umar Farouck Abdulmutallab, quien intentó atentar contra el avión, no se le debería haber permitido subir al aparato, en el que viajaban otros 277 pasajeros, con materiales explosivos.
"Nuestro sistema no funcionó en esta instancia", admitió.
El atentado abortado el viernes por algunos pasajeros y miembros de la tripulación provocó de inmediato medidas más estrictas de vigilancia en los aeropuertos de Estados Unidos, y en vuelos con destino a este país, causando retrasos en las operaciones y amplios periodos de espera para los viajeros.
Ese incidente tuvo hoy un efecto bursátil negativo en el sector de las empresas de transporte, que bajó 0.4 por ciento, y de manera más aguda en el caso de las aerolíneas, que registraron los mayores descensos de la sesión.
Por ejemplo, United Airlines retrocedió 3.44 por ciento, US Airways cayó 6.69 por ciento, Continental descendió 3.14 por ciento y JetBlue perdió 1.95 por ciento.
Este atentado fallido ocurre en momentos en que el sector trata de recuperarse de la fuerte caída de demanda que originó la reciente crisis económica y financiera, que ha reducido los ingresos y obligado a las compañías a recortar capacidad de forma drástica y tratar de rebajar los costes.
El sector aéreo estadounidense conoce bien, después de la experiencia de los atentados del 11 de septiembre de 2001, los efectos desfavorables en sus operaciones y en sus cuentas de una mayor inquietud entre los pasajeros por la seguridad.
Después de aquellos ataques y del consiguiente fuerte incremento de los controles de seguridad en los aeropuertos estadounidenses, numerosos viajeros se desanimaron a viajar a este país y ello generó fuertes pérdidas para las firmas aéreas.
John Heimlich, economista jefe de la Asociación de Transporte Aéreo de América (ATA), que agrupa a las principales aerolíneas de Estados Unidos y sus afiliadas, calculaba la pasada semana -antes del frustrado atentado- que las aerolíneas estadounidenses habrán acumulado una pérdida neta de 60 mil millones de dólares y eliminado unos 160 mil empleos en los nueve primeros años de esta década.
De cara a 2010, consideraba que la perspectiva era algo más favorable, tras percibirse signos de que disminuye la recesión económica, aunque agregaba que es clave para la recuperación del sector no perder de vista el aumento en los precios del combustible, entre otros aspectos.
La cotización del barril de crudo de Texas terminó este lunes en Nueva York a 78.77 dólares, comparado con los 44 dólares que costaba a finales de 2008.
Después del atentado fallido, la Agencia estadounidense de Seguridad en el Transporte (TSA) anunció el domingo la puesta en marcha de medidas de control adicionales tanto en vuelos nacionales como en los extranjeros con destino a Estados Unidos.
También recordó a los pasajeros que deben cumplir las instrucciones de la tripulación, tales como apagar aparatos electrónicos o permanecer sentados durante determinadas partes del vuelo.