Ese es el doble escenario contemplado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en su informe de perspectivas publicado este miércoles.
El pasado noviembre, en su anterior análisis semestral, la organización con sede en París previó que el alza del PIB brasileño llegaría al 1.7 % este año y al 1.8 % en 2021, un porcentaje que ahora sitúa en el 2.4 % para el año que viene, en caso de un "segundo impacto" de la pandemia.
El primer caso de COVID-19 fue detectado en Brasil a finales de febrero y un mes después se empezaron a tomar medidas de aislamiento social que incluyeron el cierre de los comercios no esenciales. La cifra total de muertes supera ya las 37,100 y la de infectados los 707,400.
Si el país no registrara un nuevo brote, la OCDE estima que el retroceso del PIB brasileño podría frenarse en 2020 en el 7.4 %, con una recuperación progresiva y parcial de la economía, que en 2021 crecería un 4.2 %.
El llamado "club de los países ricos", liderado por el mexicano Ángel Gurría, advierte de que Brasil entra en una "recesión profunda", en la que, según su peor proyección se prevé una tasa histórica de desempleo del 15.4 % el año que viene.
Para la OCDE, la respuesta de la política económica del Ejecutivo ha supuesto una "auténtica diferencia para millones de hogares vulnerables, incluidos aquellos sin empleo formal ni protección social".
"El apoyo debería continuar mientras la pandemia restrinja las oportunidades de ingresos", añade su informe, que recuerda que el país se estaba recuperando de una larga recesión cuando estalló esta crisis sanitaria.
Según su análisis, las caídas pronunciadas en el nivel de actividad han afectado al transporte aéreo, el turismo y la restauración, y las turbulencias de los mercados financieros internacionales perjudicaron a Brasil antes de que su economía iniciara su propio declive.
Para la OCDE, la respuesta fiscal debería ser temporal para preservar los avances recientes y debería evitarse todo gasto adicional no relacionado con esta crisis, mientras que la política monetaria tiene poco espacio para apoyar la recuperación económica.