El asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, aseguró en una rueda de prensa que Biden "ha sido muy consistente en esto" y que cree que "las compañías siderúrgicas estadounidenses deberían ser propiedad de estadounidenses".
Kirby también declaró que la adquisición de U.S. Steel por parte de Nippon Steel está siendo revisada por el Comité de Inversiones Extranjeras en Estados Unidos, una agencia federal presidida por el Departamento del Tesoro y que tiene la capacidad de recomendar el bloqueo de operaciones consideradas contrarias a los intereses del país.
Según informaciones publicadas por medios de comunicación estadounidenses, Biden se está preparando para anunciar el bloqueo de la venta de U.S. Steel, valorada en unos 14,900 millones de dólares.
La adquisición, pensada para competir contra rivales chinos, crearía la tercera mayor siderúrgica del mundo.
Tras las declaraciones de Kirby y las filtraciones sobre el posible veto presidencial, las acciones de U.S. Steel se desplomaron y llegaron a perder más de un 20 %.
La operación se ha convertido en un tema político a pocas semanas para las elecciones presidenciales estadounidenses que en gran parte giran sobre la economía y la pérdida de capacidad industrial de Estados Unidos.
Los dos principales candidatos a las elecciones presidenciales, Kamala Harris y Donald Trump, han expresado su rechazo a la venta de U.S. Steel.
Pero el consejero delegado de la compañía, David Burritt, declaró en una entrevista al periódico The Wall Street Journal que si la venta no es autorizada, U.S. Steel tendrá que cerrar plantas y eliminar miles de puestos de trabajo en el país.
En este sentido, Nippon Steel aseguró este miércoles que la mayoría de los miembros del consejo de administración y responsables principales para la estadounidense United States Steel "serán estadounidenses", de completarse la compra.
Nippon Steel también se comprometió a mantener la sede de U.S. Steel en Pittsburgh, Pensilvania.