La historia de los de verde y dorado, que deben su apodo a la gacela saltarina considerada el animal nacional de Sudáfrica, ha corrido ligada a la histórica política del país austral y, por tanto, a su brutal pasado de represión racial.
Considerado históricamente un deporte de blancos, el rugby de la Sudáfrica del "apartheid" estuvo excluido del circuito internacional como sanción por las políticas segregacionistas que imperaron hasta 1990 y que no dieron paso a la democracia hasta 1994, con unas elecciones en las que arrasó el Congreso Nacional Africano (CNA) de Nelson Mandela.
Aquellos comicios, que habían venido precedidos de una terrible transición en la que Sudáfrica estuvo al borde de la guerra civil, no borraban de golpe los abismos sociales creados por décadas de poder colonial y racista, pero en el Ellis Park de Johannesburgo, en 1995, el milagro de la "nación arcoiris" parecía posible.
En una final contra Nueva Zelanda que se resolvió en la prórroga por 15-12, el equipo capitaneado por François Pienaar llevó a la gloria a Sudáfrica. Junto a Mandela, ataviado con la camiseta de los "Boks" que tanto tiempo había sido un símbolo de los blancos, certificó que aquella victoria en el campo de rugby, por primera vez, pertenecía a toda la sociedad sudafricana.
La nación africana tendría que esperar doce años para volver a la cima del rugby. Lo haría en Francia, el mismo escenario que decidirá este año a los nuevos campeones, impidiendo a Inglaterra hacer su propio doblete en Saint Denis (15-16).
Fue también al bloque inglés, otra docena de años después, al que los Springboks se enfrentaron en la final del estadio International de Yokohama de 2019.
Allí conquistaron su tercera copa -igualando a los All Blacks en el histórico de número de títulos- por un claro 32-12 y con un Handré Pollard que logró 22 puntos con sus lanzamientos a palos
Pollard no estará en Francia por lesión, pero el que se podrá su camiseta de número 6 a pesar de que fue seria duda por una rodilla dañada será su flamante capitán, Siya Kolisi, que es un símbolo dentro y fuera del campo.
UN LARGO CAMINO HACIA LA INTEGRACIÓN: EL PRIMER CAPITÁN NEGRO
El camino hacia una verdadera integración racial en el mundo del rugby sudafricano ha discurrido lento y hubo que esperar hasta el mundial de 2019, para ver a un capitán negro de los Springboks alzar la Webb Ellis: fue Kolisi, el ala que había asumido el liderazgo del vestuario en 2018, con 26 años.
Su nominación hablaba de una selección más plural y convirtió al 6 en un icono, a pesar de que el entrenador, Rassie Erasmus, aseguraba no tener el motivo ulterior de buscar favor popular de la nación.
Antes que Kolisi, solo Chiliboy Ralepelle se había desempeñado como capitán momentáneamente en 2006, debido a las lesiones de Eben Etzebeth y Warren Whiteley, por lo que a Kolisi se lo considera oficialmente el primer capitán negro de los Springboks.
Cuando lideró la victoria de 2019 en Japón, algo de aquel triunfo recordó en Sudáfrica a la victoria de 1995.
El país atravesaba un momento económico nefasto, el paro estaba disparado, Sudáfrica lideraba la clasificación mundial de la desigualdad, la corrupción rampaba impunemente y sus habitantes vivían torturados por constantes cortes de luz, pero aquel día se abrazaron como si, de nuevo, hubiera esperanza de un amanecer mejor.
No fue así. Solo unos meses después irrumpió la pandemia de covid-19 y, en 2023, los problemas de Sudáfrica siguen sin respuesta.
"Son tiempos difíciles en nuestro país, pero la gente trabaja, se pone junto a la carretera en busca de oportunidades de trabajo. Hoy estamos aquí para representarlos y jugar por ellos, y no solo por la forma en la que jugamos sino también por cómo nos comportamos", expresó Kolisi este miércoles en la ceremonia de bienvenida ofrecida por la ciudad de Tolón (sur)
Para el Mundial de Francia, Sudáfrica parte entre las favoritas: es segunda en la clasificación mundial, solo por detrás de Irlanda, y ha ganado todos menos uno de sus encuentros de preparación.
Los Springboks se estrenarán el próximo domingo ante Escocia en Marsella.