En un acto marcado por la precaución ante el avance del coronavirus, las medidas de acceso se han extremado, al limitar a 100 el número de acreditaciones expedidas por el Comité Olímpico Griego (HOC, por sus siglas en inglés).
Entre las autoridades que estuvieron presentes, figuran el saliente presidente de Grecia, Prokopis Pavlópulos, quien mañana deja el cargo, y el presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el alemán Thomas Bach.
El representante especial de la delegación japonesa, Toshiaki Endo, agradeció al Gobierno griego las medidas de seguridad previstas para poder celebrar el acto e hizo referencia a la llama olímpica y al recorrido que sigue como "un símbolo de paz".
El emisario nipón también hizo referencia a la lucha contra el cambio climático, ya que los Juegos de Tokio serán "los primeros en cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas". Según Endo, en el recorrido y en el encendido del pebetero se utilizará "hidrógeno producido en factorías de la prefectura de Fukushima".
Thomas Bach, presidente del COI, alabó en su discurso el compromiso mostrado por el país anfitrión y dijo que "Japón ha demostrado su creatividad en cuanto a sostenibilidad, tecnología y crecimiento".
En su intervención el presidente del Comité Olímpico Griego (HOC, por sus siglas en inglés), Spyros Capralos, destacó que por primera vez en la historia la primera portadora ha sido una mujer, la tiradora Anna Korakaki, lo que, dijo, constituye un "símbolo por la igualdad de género".
Acto seguido, se procedió al encendido del fuego olímpico, que como marca la tradición, se hizo con rayos solares tras la plegaria, recitada por la actriz Xanthi Yeoryíu, en su papel de Gran Sacerdotisa de Olimpia.
Dirigiéndose a Apolo, la sacerdotisa exclamó "Dios del sol y del ideal de la luz, envía tus rayos y enciende la llama sagrada para la ciudad hospitalaria de Tokio".
Tras una danza musicada por el arpa del compositor Yannis Psimadas, Yeoryíu entregó la antorcha a la primera portadora, la tiradora olímpica helena Anna Korakaki.
Korakaki llevó la llama ante el monumento a Pierre de Coubertin, fundador de los Juegos Olímpicos modernos, y después pasó el testigo a la siguiente portadora, la maratoniana nipona Mizuki Noguchi.
Con ese gesto se inicia el periplo -que durará una semana- por toda Grecia, que pasará por varios sitios arqueológicos, como Cnosos, Micenas o la misma Acrópolis en Atenas y finalizará en el Estadio Panatinaico, sede de los Juegos Olímpicos de Atenas de 1896.
En ese lugar histórico, la antorcha será entregada a la delegación japonesa para continuar el relevo en el país anfitrión.
Una vez situada en Japón, recorrerá miles de kilómetros y abarcará todas las prefecturas del país, pasando por más de 850 municipios.
Para el Gobierno del país asiático, estos Juegos simbolizan la reconstrucción de las zonas más castigadas por la catástrofe natural de Fukushima, en la que murieron más de 18,000 personas.
Incluso el diseño de la antorcha de estos Juegos hace honor a la recuperación de la región tras aquel fatídico día, ya que está fabricado con materiales reciclados de las instalaciones que se habilitaron para los afectados.
Será en Fukushima donde tenga lugar el evento inaugural de los Juegos Olímpicos, con un partido de sóftbol entre las selecciones de Japón y Australia que se disputará el día 22 de julio.
El presidente del Comité Olímpico Japonés, Yoshiro Mori, calificó de "inconcebible" la cancelación de los Juegos, a pesar de que la propagación del virus haya impedido la celebración de varios torneos clasificatorios.