Tokarczuk, que fue la última persona en hablar desde el podio, empezó recordando el momento en que había recibido la noticia del Premio Nobel, "en algún lugar sin nombre en la autopista entre Berlín y Bielefeld" (noroeste de Alemania).
"Creo que ese lugar sin nombre es una buena metáfora para el mundo que vivimos hoy. Vivimos un momento en que hemos perdido muchas referencias de orientación", dijo la escritora polaca.
Con respecto a la función de la literatura ante ese mundo, Tokarczuk señaló que el trabajo literario es un trabajo lento, lo que a veces la lleva a dudar de su eficacia.
"La literatura es un trabajo lento, necesitamos tiempo para poner en palabra lo que sentimos y lo que nos pasa. A veces me preguntó si es posible describir este mundo o si estamos perdidos ante la desaparición de puntos de referencia", indicó.
Sin embargo, al final vence la fe en el trabajo literario que, dijo, puede llevar a un plano de comunicación más profundo que otros medios.
"En la literatura -y pienso sobre todo en la novela- no se trata sólo de intercambio de información, sino de la transmisión de una experiencia vital y eso hace posible un encuentro en un plano más profundo", dijo.
Con respecto a su propia obra, la escritora polaca dijo que su esperanza era poder resaltar aquello que une a la gente por encima de "diferencias étnicas, nacionales o de orientación sexual".
Con respecto a su propio país, Tokarczuk reconoció su descontento con el resultado de las elecciones polacas, que le dio la victoria al partido de Gobierno, pero agregó que la llegada al parlamento de la izquierda y de Los Verdes le da cierta esperanza.
Interrogada acerca de si temía que la nueva mayoría absoluta del partido Ley y Justicia (Pis) pueda representar una limitación de la libertad de expresión, Tocarczuk dijo que lo que más le preocupaba eran los intentos del Gobierno por lograr el control de instituciones como museos y teatros.
"En ese aspecto la literatura lo tiene más fácil, sólo necesitamos un ordenador o incluso sólo un lápiz para trabajar y las editoriales están en manos privadas", dijo.
"Sin embargo, aunque en Polonia no hay censura, oficial observo que está surgiendo una forma de autocensura y que muchos no se atreven a decir lo que piensan por temor a las consecuencias políticas", dijo.
Antes de Tokarczuk intervinieron el director de la Feria, Jürgen Boos, el presidente de la Asociación de Libreros Alemania, Heinrich Riethmüller, y el director general de Organización Mundial de Propiedad Intelectual (WIPO), Francis Gurry.
Los tres también destacaron la importancia del libro como forma de lucha política.
"Necesitamos autores que denuncien malas situaciones, que ejerzan resistencia y que estén dispuestos a correr riesgos para ello. Y necesitamos editoriales que recojan esos contenidos y encuentren formatos adecuados para ellos", dijo Boos.
Riethmüller, por su parte, dijo que el sector es "consciente de su importante función en la sociedad y quiere impulsar debates sobre los temas claves de nuestro tiempo como la globalización, la migración y el cambio climático".
Al final de la conferencia de prensa, Tokarczuk fue interrogada acerca de si no le molestaba que en los comentarios sobre los Nobel de Literatura concedidos este año a Peter Handke le hubiera tocado el papel de "chico malo" y a ella el de "chica buena".
"La verdad es que como he estado en una gira de lecturas no he seguido casi los comentarios sobre el Nobel. Pero como normalmente se me asigna el otro papel, el de "chica mala", no me molesta ahora tener el otro", dijo sonriendo y aseguró que había felicitado a Handke por el premio.