Tal relación brinda la base del estilo nacional. Ingrediente indispensable para el avance de una sociedad. Los maestros son, por sí depositarios del estilo de México, forjadores del espíritu y formadores del alma nacional.
El maestro debe explicar el pasado como si éste viviera, inculcándole espíritu para que así ayude al futuro, pues ya Alberti sentenciaba: “Pasado muerto, porvenir helado”.
Al pedagogo le toca mostrar hasta dónde conducen al individuo los objetivismos desaforados y, contrariamente hasta donde le permiten llegar al sosiego, la paz interna, la vida interior, que le facilite escoger su camino y determinar su vocación.
Situarse y situar al educando más allá de la circunstancia, llevándolo a la esencia. Alejarse y alejarlo de la resignación o de la desesperación; la primera que inhibe de la lucha y la segunda que incita al suicidio moral o a la deserción.”
Yo me quedo con lo que los hombres, los grandes pensadores y los excelentes realizadores han procurado porque son lo que nos unen. Del color que sean, de la ideología que ofrezcan, mientras todos busquemos la Patria el camino nos lo mostrará un maestro o maestra.