Casi todos conocen aquel rostro de mirada inquisitiva y barba blanca, y algunos de los términos que Freud acuñó o popularizó también están en boca de todos: narcisismo, represión, pulsión. Sin embargo, los logros científicos del padre del psicoanálisis, que ejerció hasta su muerte el 23 de septiembre de 1939, no dejan de generar controversia.
"Generaciones enteras, también de maestros que hoy dan clases en las escuelas, han crecido creyendo que lo escrito por Freud es poco serio", comenta el profesor de psicología Gerhard Stemmler, de la ciudad alemana de Marburgo. Uno de los motivos es que el fundamento empírico que utilizó para desarrollar sus teorías es, juzgado desde los parámetros actuales, muy pequeño.
Freud partió del estudio de una cifra muy reducida de pacientes que llegaron más bien por azar a su consultorio de la Berggasse de Viena. "El material no basta para confirmar la teoría", señala el profesor Thomas Köhler, de Hamburgo, quien sin embargo se reconoce ferviente admirador del austríaco.
Una de las principales líneas de la doctrina de Freud, que vincula los problemas psíquicos a la sexualidad, ya fue incluso puesta en tela de juicio por su mayor discípulo: Carl Gustav Jung. Por tomar uno de los más populares: el complejo de Edipo. Si bien se remite a experiencias de la infancia del propio psicoanalista, hoy en día la gran mayoría descree de su validez general. Y la lista podría seguir.
Hay quienes también dudan de la interpretación del lapsus como un error relacionado con cuestiones inconscientes. Muchos sostienen que el error se produce simplemente por las semejanzas fonéticas entre distintas palabras. Pero también hay quienes defienden la explicación freudiana, no sólo en el caso de los inconvenientes lingüísticos.
"Todos sabemos cómo es estar buscando una hora la llave en un día en el que no queríamos ir a trabajar", apunta la directora del Museo de Freud en Viena, Monika Pessler.
El poder el inconsciente, como uno de los conceptos principales de Freud, sí ha adquirido mayor peso que en décadas pasadas. "Son muchos los ejemplos en los que existen procesos inconscientes que influyen decisivamente en nuestras posturas y nuestro comportamiento sin que podamos justificarlo", explica Stemmler. Y ese tipo de relaciones suelen ser aplicadas en rubros como la publicidad.
El psicoanálisis como terapia también sigue siendo reconocido, si bien en el mundo hay pocos analistas puramente freudianos y en cambio muchos que aplican terapias conductistas. Una de las principales diferencias radica en que se busca dar soluciones lo más rápidas y prácticas posibles a los problemas del paciente, sin pasar mucho tiempo buscando las causas subyacentes en su pasado.
Nadie cuestiona en cambio la importancia de hablar abiertamente de los problemas, algo que instituyó Freud al pedir a sus pacientes que relataran sus vivencias desde el diván.
Y, como bien subraya Pessler, la enseñanza del "dialogar y escuchar como pilar para la convivencia" humana sigue teniendo una relevancia fundamental. Sobre todo en contraste con las explicaciones que se le daban en la época del psicoanalista a ciertas patologías que en torno a 1900 se habían disparado, como las neurosis y la histeria.
En aquel momento se sostenía, por ejemplo, que se debían a una "degeneración" del material genético, algo que Freud dejó en un segundo plano para estudiar, en su lugar, la historia personal de cada persona como factor decisivo.
Y por último, es suyo el mérito de haberle quitado el velo de tabú a todo lo relacionado con la sexualidad en el siglo XIX, algo que logró gracias a su admirable estilo como escritor, que hace que hasta el día de hoy valga la pena leer sus libros. Incluso sus mayores detractores admiten que se merecía el Premio Nobel. Eso sí, no de Medicina, sino de Literatura. (DPA)