Los dos periodistas, a los que el Comité Nobel noruego ha premiado "por sus esfuerzos para defender la libertad de expresión, condición previa para la democracia y la paz duradera", mencionaron el reto que plantean las nuevas tecnologías, el poder de las grandes corporaciones y de los gobiernos autoritarios.
"Necesitamos ecosistemas de información que vivan y mueran con hechos. Lo haremos cambiando las prioridades sociales para reconstruir el periodismo del siglo XXI mientras regulamos y prohibimos el control económico que se beneficia del odio y las mentiras", dijo en su discurso Ressa.
Ressa habló de la necesidad de "abrazar" las nuevas tecnologías, una idea compartida por Muratov.
"Somos periodistas, nuestra misión es clara: distinguir entre hechos y ficción. La nueva generación de profesionales sabe cómo trabajar con datos", afirmó el cofundador y director del periódico independiente "Novaya Gazeta", quien puso como ejemplo su uso para revelar el transporte de refugiados de Oriente Medio a Bielorrusia.
Ressa, que dirige el medio digital Rappler, apuntó al "juego moral de poder y dinero" impulsado por las redes sociales que controlan las grandes corporaciones estadounidenses con "consecuencias desastrosas" para muchos países y que constituyen una "amenaza fundacional" contra, por ejemplo, las elecciones.
Así, denunció que Ferdinand "Bongbong" Marcos, hijo del fallecido dictador, lidera la carrera electoral en Filipinas gracias a una "extensa red de desinformación en redes sociales", que ha sido expuesta por Rappler, al igual que la sangrienta guerra contra las drogas del presidente Rodrigo Duterte.
"En menos de dos años, el Gobierno filipino emitió diez órdenes de arresto contra mí, he tenido que pagar fianza diez veces para hacer mi trabajo. El año pasado, yo y un antiguo colega fuimos condenados por difamación por una historia publicada ocho años antes, cuando la ley supuestamente violada ni existía", lamentó.
Ressa, que ha podido viajar a Noruega después de que la Corte de Apelaciones lo autorizase hace una semana, está inmersa en varios procesos judiciales por sus investigaciones periodísticas y se arriesga a ser condenada a más de cien años de prisión.
CRÍTICAS A RUSIA
El periodismo en Rusia atraviesa "un valle oscuro", dijo Muratov, y denunció que un centenar de periodistas, medios y activistas han sido tachados de "agentes extranjeros" y algunos han tenido que abandonar el país.
El director de "Novaya Gazeta" aseguró que la tortura es "práctica habitual" en Rusia y que, a menudo, los casos criminales se basan en "falsas acusaciones y motivos políticos", como es el caso del opositor Alexéi Navalny.
Muratov denunció los "juegos" geopolíticos en el este de Europa y lamentó que una guerra abierta entre Rusia y Ucrania "ya no es imposible".
"Estoy convencido de que la libertad de conciencia, junto con otros derechos cívicos, constituye la base para el progreso", dijo Muratov, citando a su compatriota Andréi Sajarov, Nobel de la Paz en 1975.
La presidenta del Comité Nobel, Berit Reiss-Andersen, señaló a su vez que la democracia está "bajo presión y en retirada", al igual que la libertad de expresión, y que el discurso de odio, las noticias falsas y la polarización son un fenómeno mundial.
"Con el premio de este año, deseamos resaltar la importancia de la libertad de expresión y de prensa para combatir la evolución destructiva en nuestras sociedades", afirmó.
DISCURSO DE ACEPTACIÓN DEL PROGRAMA MUNDIAL DE ALIMENTOS
La ceremonia de este año contó con un aforo limitado por las restricciones aprobadas por el Gobierno noruego debido a la pandemia, que en 2020 obligó a suspender los actos.
El director del Programa Mundial de Alimentos de la ONU (PMA), David Beasley, recibió entonces el premio en la sede del organismo en Roma, pero no pudo pronunciar hasta hoy su discurso de aceptación en Oslo.
Beasley resaltó que 811 millones de personas padecen hambre crónica y 283 millones están en situación de crisis alimenticia debido a los conflictos bélicos, la crisis climática y la covid, que ha creado otra "pandemia del hambre" que es "mucho peor" que la primera.
"Durante la pandemia se han destruido ingresos por 3,700 billones de dólares, sobre todo entre los pobres, mientras los precios de los alimentos repuntan. El coste del transporte de alimentos, por ejemplo, ha subido de un 300 % a un 400 %, pero en lugares en conflicto o países de bajo ingreso es incluso peor", explicó.
Beasley recordó que la población más rica ha ganado 1,800 billones de dólares durante la pandemia y pidió un esfuerzo para ayudar al PMA a ampliar su programa y cubrir a la población en máxima necesidad.