"Para promover la teología en el futuro no se puede limitar a reproponer abstractamente fórmulas y esquemas del pasado", se lee en el primer punto de la reforma, publicada en forma de "motu proprio" (documento papal) y titulada "Ad theologiam promovendam".
Francisco alega que la teología, la ciencia sobre Dios, "deberá compararse con las profundas transformaciones culturales" presentes pues, como dijo en su discurso a la Curia en 2013, "lo que vivimos no es una simple época de cambios sino un cambio de época".
La Pontificia Academia de Teología, fundada en 1718 por Clemente XI para formar teólogos y después llamada a comparar fe y razón, ha demostrado, según Francisco, "la exigencia" de poner esa ciencia "al servicio de la Iglesia y del mundo", ampliando sus propios fines.
Este fue el sentido de las reformas previas, como la de Gregorio XVI en 1838 o la de Juan Pablo II en 1999.
"Después de casi cinco lustros ha llegado el momento de revisar estas normas para adaptarlas a la misión que nuestro tiempo impone a la teología (...) También los buenos teólogos, como los buenos pastores, huelen a pueblo y a calle", escribe el papa argentino.
En definitiva, cree que la reflexión teológica requiere "un cambio de paradigma" y que tenga en cuenta "las condiciones en las que los hombres y mujeres viven cotidianamente en diversos contextos geográficos, sociales y culturales".
El pontífice pide evitar el "autoreferencialismo" de los teólogos porque "conduce al aislamiento y la insignificancia" y tejer una "trama de relaciones" con "otras disciplinas y saberes" y hablar de Jesús "con lenguajes nuevos, originalidad y conciencia crítica".
"Ante esta renovada misión de la teología, la Pontificia Academia está llamada a desarrollar (...) un diálogo 'transdisciplinar' con otros saberes científicos, filosóficos, humanistas y artísticos, con creyentes y no creyentes, como hombres y mujeres de diferentes confesiones cristianas y distintas religiones", termina.