Captan el resplandor de una gran colisión planetaria en el espacio exterior

Dos grandes planetas de hielo chocando entre sí mientras giran alrededor de una estrella similar al Sol, creando un resplandor de luz y penachos de polvo, es lo que ha observado, por primera vez, un equipo internacional que publica un estudio en Nature.

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Crédito: Mark Garlick/University of Bristol.

Los resultados del equipo, encabezado entre otros por la Universidad de Leiden (Holanda), muestran el resplandor de calor y la nube de polvo resultante, que se desplazó frente a la estrella madre oscureciéndola con el tiempo.

La primera pista sobre esta gran explosión la dio un aficionado a la astronomía que observó la curva de luz de la estrella y notó en ella algo extraño, porque el sistema duplicaba su brillo en longitudes de onda infrarrojas unos tres años antes de que la estrella empezara a desvanecerse en luz visible.

Los expertos consideraron esta observación algo sorprendente y empezaron a seguirla con un red de telescopios, explicó Matthew Kenworthy, coautor del estudio y de la Universidad de Leiden.

La red de astrónomos profesionales y aficionados estudió la estrella, nombrada como ASASSN-21qj, y monitoreó los cambios en su brillo durante los dos años siguientes.

Los investigadores concluyeron que la explicación “más probable” es que dos exoplanetas gigantes de hielo chocaran, produciendo el brillo infrarrojo detectado por la misión NEOWISE de la NASA, que utiliza un telescopio espacial para buscar asteroides y cometas.

Los cálculos y modelos informáticos indican que la temperatura y el tamaño del material brillante, así como la cantidad de tiempo que ha durado el resplandor, “es consistente con la colisión de dos exoplanetas gigantes de hielo”, agregó otro de los autores del estudio Simon Lock, de la Universidad de Bristol.

La nube de escombros resultante del impacto se desplazó frente a la estrella unos tres años más tarde, provocando una disminución de su brillo en longitudes de onda visibles.

Ahora se espera a que, en los próximos años, la nube de polvo comience a dispersarse a lo largo de la órbita del remanente de la colisión y ese fenómeno pueda detectarse tanto con telescopios terrestres como con el especial James Webb.