La decisión fue tomada el martes por la noche por el consejo de administración de General Motors y anunciada por su consejero delegado, Fritz Henderson.
Henderson, quien llegó a su cargo después de que el gobierno estadounidense decidiese retirar a su predecesor, Rick Wagoner, para proceder a la reestructuración de la empresa, se había mostrado desde el principio convencido de la necesidad de desprenderse de Opel, que en el Reino Unido opera con el nombre de Vauxhall.
Desde antes del verano, Henderson quería una rápida venta de la filial alemana pero el nuevo consejo de administración surgido tras la quiebra y capitaneado por un experimentado Ed Whitacre (antiguo máximo directivo de AT&T) puso trabas y ralentizó su adquisición por parte de Magna.
General Motors justificó la cancelación de la venta por la "mejora del ambiente empresarial" en los últimos meses y "la importancia de Opel/Vauxhall a la estrategia global de GM".
Con respecto al primer punto, en las últimas semanas el sector del automóvil parece más convencido que nunca de que lo peor de la crisis ha pasado, especialmente en Estados Unidos, y que la demanda de vehículos se recobrará, aunque lentamente, a partir de ahora.
La última señal de optimismo la dio el lunes Ford cuando anunció mil millones de dólares de beneficio en el tercer trimestre del año, incluidos 357 millones en sus operaciones norteamericanas.
Ford también dijo que tendrá "una rentabilidad sólida" en el 2011.
El segundo fabricante estadounidense consiguió estos resultados en parte gracias a la reducción en mil millones de dólares de sus costos estructurales y en parte por el aumento de su cuota de mercado en Estados Unidos.
Por su parte, General Motors (tras pasar por la quiebra durante el verano y recibir cerca de 60 mil millones de dólares en ayudas públicas) ha realizado reformas similares por lo que tendrá ahorros comparables a los de Ford.
De hecho, GM ha conseguido asegurarse en Estados Unidos concesiones laborales que los trabajadores de Ford rechazaron la semana pasada por lo que ahora mismo se encuentra con cierta ventaja competitiva en ese terreno.
La decisión del consejo de administración de GM apunta a que el saneamiento financiero de la empresa está marchando mejor de lo previsto y que existe la convicción de que la demanda de vehículos se está recuperando tanto en Estados Unidos como en Europa.
GM dijo que "de forma preliminar", su plan de reestructuración para Opel costará unos 3 mil millones de euros, "mucho menos que todas las ofertas remitidas".
Y con respecto a la importancia de Opel para GM, sólo hay que mirar a su principal rival doméstico, Ford, para entender el razonamiento del consejo de administración.
Ford está atrayendo a un creciente número de compradores a sus concesionarios norteamericanos gracias a modelos con una fuerte influencia europea, empezando por su reducido consumo.
Y a partir del año que viene, esa tendencia será incluso más clara cuando estrene en Estados Unidos el nuevo Ford Fiesta.
General Motors necesita seguir un camino similar y Opel es su marca que mejor puede ofrecerle automóviles de tamaño medio y pequeño con reducido consumo y demostrada calidad.
Incluso Chrysler, bajo la batuta de Sergio Marchionne y Fiat, tiene previsto anunciar hoy un camino similar cuando el ejecutivo italiano presente en Auburn Hills (Estados Unidos) sus planes empresariales para los cinco próximos años y que descansarán en la introducción de plataformas y modelos europeos.
Ahora GM tiene que enmendar sus relaciones con el gobierno alemán, que ya ha demandado la devolución de un préstamo puente de mil 500 millones de euros, y apaciguar a los sindicatos europeos.
Para ello será fundamental el plan de reestructuración que Henderson dijo presentará "pronto" a Berlín y otras capitales europeas y de quienes espera "su favorable consideración".