En su discurso sobre los objetivos de China para 2011 y en el XII Plan Quinquenal (hasta 2015), el jefe de Gobierno también fijó el objetivo de aumentar hasta el 11,4 por ciento el uso de combustibles no fósiles como fuentes de energía, en un país actualmente aún muy dependiente del carbón y el petróleo.
Por otro lado, la intensidad de carbono (emisiones de CO2 divididas por el PIB) deberá reducirse en el lustro un 17 por ciento, como parte del plan nacional, ya anunciado hace más de un año, de bajar entre un 40 y un 45 por ciento este índice en 2020 con respecto a los niveles de 2005.
Además, fijó Wen, se seguirá buscando un aumento de la eficiencia energética, y así el consumo de energía por unidad de PIB deberá reducirse un 16 por ciento en 2015.
Ante los 3.000 delegados reunidos en el gran salón de plenos del Gran Palacio del Pueblo, al oeste de la plaza de Tiananmen, Wen también subrayó que en el lustro que se inicia la cobertura forestal del país debe aumentar hasta equivaler al 21,66 por ciento del área total, incrementando el volumen de bosques en 600 millones de metros cúbicos.
El país asiático descuidó la protección ambiental durante décadas, en beneficio del crecimiento económico, por lo que el país presenta una severa degradación de su ecosistema, algo que afecta, por ejemplo, a gran parte de las masas de agua dulce de la nación, una de las que tiene menos cantidad de agua por habitante.
China, por otro lado, es presionada por la comunidad internacional de forma creciente para que aumente su responsabilidad en la lucha contra el cambio climático, ante lo que Pekín alega que al ser un país en desarrollo debe todavía dar prioridad a la mejora económica.
No obstante, la concienciación ante los problemas medioambientales también ha aumentado en el seno del régimen, a medida que también su población ha mostrado su descontento por catástrofes medioambientales, problemas de seguridad alimentaria derivados y otros conflictos relacionados.