La idea es aprovechar la tecnología para almacenar los datos de salud de los pacientes, y así lograr un mejor diagnóstico y seguimiento de cualquier enfermedad o padecimiento. Si el historial se encuentra resguardado de forma segura y es accesible para otros profesionales de la salud, se facilita la labor médica, independientemente del consultorio, clínica u hospital.
Si bien esta transición a medios digitales es relativamente reciente, lleva varios años implementándose con éxito en distintos países. En el caso de México, la NOM-024-SSA3-2012, publicada el 30 de noviembre de 2012, regula todo lo relacionado con el Registro Electrónico para la Salud, incluyendo los expedientes clínicos. La norma contempla también las certificaciones, la protección de los datos personales y es aplicable a los sectores público, privado y social del Sistema Nacional de Salud.
Sin embargo, los expedientes no son el único aspecto que ha evolucionado. Las recetas electrónicas brindan múltiples beneficios, sobre todo para quienes están directamente involucrados en la consulta:
pacientes, médicos y farmacias.
En nuestro país, el acuerdo publicado en 2017, que establece las “Acciones Esenciales para la Seguridad del Paciente”, determina los datos que debe llevar una receta tradicional. Entre otros, se encuentran el nombre completo del paciente, los datos profesionales del médico, la dosis del medicamento y la fecha de prescripción. El fin es asegurar que se tendrá acceso al tratamiento y que se trata de un profesional certificado quien lo prescribe. No obstante, siguen existiendo asuntos pendientes.
Primero está la falta de adherencia. Puede parecer trivial, pero si un paciente pierde la receta o debe entregarla en el mostrador de la farmacia, es más probable que olvide o abandone el tratamiento. Esto se vuelve más grave cuando se trata de enfermedades crónicas, como señala la Organización Mundial de la Salud, e incluso se relaciona con la resistencia a los antibióticos. Por otro lado, a pesar de los esfuerzos constantes, no se ha logrado garantizar el control total de los medicamentos ni evitado la venta de recetas falsas.
“El uso de recetas electrónicas es un gran apoyo para solucionar problemas antiguos en el sistema de salud. Su seguridad es mucho más alta que la de una receta tradicional. Incluyen, además de los datos que conocemos, una firma electrónica única que permite identificar cada una y así evitar falsificaciones. Además, si son interoperables, se amplían los beneficios y la seguridad sin importar la zona geográfica ni el establecimiento al que acuda el paciente”, señaló Bruno Valera, director general de Medikit.
Desde 2017, Medikit ofrece servicios de generación y administración de expedientes clínicos electrónicos y recetas electrónicas interoperables, es decir, que se pueden surtir en cualquiera de los más de 8 mil puntos de servicio de establecimientos aliados, como farmacias y laboratorios.
“Buscamos reducir el gasto de bolsillo de nuestros pacientes mediante descuentos especiales con proveedores, ofrecer mayor seguridad para sus datos personales y presentar una propuesta de valor pensando en el futuro de la salud en México”, añadió Bruno Valera.