De acuerdo con el Programa de Acción Específico. Prevención y Control de la Obesidad y Riesgo Cardiovascular 2013-2018, del Centro Nacional de Programas Preventivos y Control de Enfermedades (Cenaprece), de la Secretaría de Salud, las enfermedades crónicas no transmisibles, son uno de los mayores retos que enfrenta el sistema de salud mexicano por el gran número de casos detectados.
En 2010 surgió el Consejo Nacional para la Prevención y Control de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles como una instancia de coordinación permanente en materia de prevención y control de esos padecimientos en la población mexicana y sus factores de riesgo.
La incidencia de los males cardiovasculares aumentó desde el inicio de Siglo XX, al grado en que llegó a ser la primera causa de muerte en los países industrializados, debido a los cambios de estilo de vida tradicionales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó en 1995 que las enfermedades cardiovasculares representaban la causa más frecuente de mortalidad a nivel mundial, al rebasar a las ocasionadas por afecciones infecciosas y parasitarias.
De acuerdo con ese organismo, esos trastornos son la principal causa de muerte en todo el mundo; se calcula que sólo en 2008 fallecieron por esta causa 17.3 millones de personas, lo cual representa 30 por ciento de todas las muertes registradas a nivel mundial; 7.3 millones de esos decesos se debieron a la cardiopatía coronaria y 6.2 millones a los accidentes vasculares cerebrales.
En tanto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) estimó que durante los próximos 10 años podrían ocurrir 20.7 millones de defunciones por enfermedades cardiovasculares en América, de las cuales 2.4 pueden ser atribuidas a la hipertensión arterial, componente importante del riesgo cardiovascular.
En cuanto a sectores de población afectada por estos padecimientos, la cardiopatía isquémica se presenta en hombres de edad mediana y avanzada; la mortalidad por esta causa es 20 por ciento más alta que en las mujeres y la población adulta mayor de 65 años de edad es la más dañada.
Se estima que para el año 2030 morirán aproximadamente 23.3 millones de personas por enfermedades cardiovasculares, sobre todo por cardiopatías y accidente vascular cerebral; ambos padecimientos seguirían siendo las principales causa de fallecimiento.
La enfermedad cardiovascular constituye una de las causas más importantes de discapacidad y muerte prematura en México, ocasiona un serio problema de salud pública en varios países y contribuye al aumento de los costos de la atención de salud.
El documento señala que para 2012, poco más de 109 mil personas fallecieron a causa de algún trastorno del corazón, sobre todo población adulta mayor de 65 años de edad, con predominio en el sexo masculino.
Los porcentajes de infarto agudo al miocardio y enfermedad isquémica del corazón también son más comunes en los hombres en comparación con las mujeres, sin embargo, en ellas se muestran más porcentajes en la prevalencia de hipertensión arterial y otras enfermedades cerebrovasculares.
Los factores de riesgo cardiovascular son responsables de las causas más frecuentes de morbilidad y mortalidad general, tanto en México como en el mundo. Las muertes por padecimientos cardiovasculares afectan por igual a ambos sexos, y más de 80 por ciento se producen en naciones de ingresos bajos y medios.
La edad, sexo, tabaquismo, diabetes, hipertensión arterial, obesidad y sedentarismo, son considerados factores de riesgo, pero la lesión anatomo-patológica fundamental es la aterosclerosis, que se presenta con el transcurso de los años y provoca episodios coronarios y cerebrovasculares agudos.
Se ha demostrado que la modificación de esos factores reduce la morbilidad y mortalidad en personas con riesgo cardiovascular, por lo que se requiere implementar programas que permitan un diagnóstico temprano, así como la atención oportuna de la población que esté en riesgo de desarrollar un trastorno cardiovascular.
Además, que los programas de prevención y tratamiento consideren como eje principal la adopción de estilos de vida saludables, así como, establecer protocolos clínicos entre los profesionales de la salud.
La inactividad física es otro factor de riesgo de mortalidad más importante en todo el mundo y esto influye en la prevalencia de enfermedades crónicas no transmisibles y en la salud general de la población mundial; sin embargo si se practica ejercicio con regularidad, se reduce el riesgo de cardiopatías coronarias y accidentes cerebrovasculares e hipertensión.
En México, la mortalidad por enfermedades cardiovasculares describe un patrón de comportamiento que ha concentrado las cifras más altas en las entidades federativas del norte y centro del país. Casi 30 por ciento de las muertes en el país son resultado de males crónicos no transmisibles, los uales comparten factores de riesgo que deben ser atendidos de manera conjunta.
En ese sentido, los desafíos para México en materia de riesgo cardiovascular son de gran magnitud y complejidad. Entre los retos para el periodo 2013-2018 están: Mejorar los mecanismos de rectoría en las Instituciones del Sistema Nacional de Salud; desarrollar infraestructura para la prevención, detección, control y tratamiento del sobrepeso y sus efectos secundarios, obesidad y riesgo cardiovascular en ese sistema.
Además, contribuir en la reducción de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, a través de la detección oportuna y control de la hipertensión arterial; modificar los patrones de consumo privilegiando los alimentos con baja densidad energética, bajo contenido de grasa animal y bajo contenido de sal; aumentar la actividad física; evitar el consumo de tabaco (activo y pasivo); moderar el del alcohol, además del acceso y utilización de los servicios.
Otro reto más es mejorar la cobertura y registro de detección y control de la población con sobrepeso y obesidad en las unidades del Sistema Nacional de Salud.
Ante el panorama de las enfermedades crónicas no transmisibles, es indispensable implementar acciones que permitan la participación coordinada de todos los interesados y medidas multisectoriales en favor de la salud tanto a nivel de los gobiernos como de toda una serie de actores, con colaboración de la sociedad civil y el sector privado.
También se requieren alianzas para promover la cooperación a todos los niveles entre los organismos gubernamentales, las entidades de gobierno, las organizaciones no gubernamentales, la sociedad civil y el sector privado, con objeto de fortalecer las iniciativas de prevención y control de las enfermedades no transmisibles.
La Federación Mundial del Corazón, con el apoyo de las organizaciones Mundial de la Salud (OMS) y la de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus sigla en inglés) designaron el 29 de septiembre Día Mundial del Corazón como estrategia para tener oportunidad de dar a conocer de manera masiva las enfermedades cardiovasculares, su prevención, control y tratamiento.
La celebración se centra en crear y promover entornos favorables para la salud cardíaca, a fin de lograr que las personas sean capaces de tomar decisiones para el bienestar de su corazón en donde sea que vivan, trabajen, estudien o se diviertan.