El síndrome Burnout, entre personal de salud

Es el deterioro o agotamiento producido por el excesivo gasto de recursos físicos y emocionales que implica una determinada actividad profesional. Los servicios de salud pública se deterioran y los médicos deben enfrentar los males del paciente.

El síndrome de burnout es el deterioro o agotamiento producido por el excesivo gasto de recursos físicos y emocionales que implica una determinada actividad profesional.

Empezó a ser detectado a mediados de la década de los años 70 en psicólogos y psiquiatras, y posteriormente, en individuos que por su profesión u oficio deben tener trato con otras personas, como médicos, enfermeras, profesores, trabajadoras sociales, bomberos, policías e incluso sacerdotes y personas que cuidan a un familiar con alguna enfermedad como Alzheimer.

En México, el síndrome de burnout (llamado también síndrome de desgaste profesional o síndrome de desgaste ocupacional) comenzó a ser estudiado no hace mucho tiempo.

“Hacia 1994, empezamos a trabajar con él en el Departamento de Medicina Familiar, pero no en profesionales de la salud que estuvieran en áreas más críticas y estresantes (terapias intensivas, quirófanos y urgencias), sino en personal de primer nivel, de consulta externa, como médicos clínicos y trabajadores sociales”, dijo María Eloisa Dickinson, investigadora de ese Departamento en la Facultad de Medicina (FM).

Está perfectamente demostrado que el síndrome de burnout tiene mucho que ver con el estrés. Dickinson y sus colaboradores ahora trabajan con los factores psicosociales relacionados.

“El estrés es una respuesta a factores externos. Podría responder con mucho estrés a una determinada situación, pero otra persona podría reaccionar con menos. Entonces, es una respuesta individual influida por factores personales (control de las emociones, la seguridad en uno mismo y la autoestima), psicológicos, sociales y culturales”, señaló.

Entre el personal de salud, los síntomas físicos más frecuentes de estrés crónico son cefalea, agotamiento físico, insomnio y trastornos gastrointestinales que no tienen una causa orgánica explicable, y entre los psicológicos, están la baja autoestima, pensamientos suicidas, negación de las emociones y distanciamiento afectivo, que a su vez, pueden traer como consecuencia ausentismo laboral, abuso de drogas, conducta violenta, irritabilidad, incapacidad para concentrarse, atención selectiva de pacientes y desplazamiento de afectos.

Características del síndrome de burnout

El síndrome de burnout se caracteriza por tres elementos fundamentales: el cansancio o agotamiento emocional, la frustración o insatisfacción por lo que se hace, y la despersonalización, que se manifiesta como indiferencia o apatía ante el trabajo.

“Personas entregadas a su labor de repente se vuelven apáticas, se sienten incapaces de tener logros personales, se ausentan, empiezan a cometer errores, maltratan a los pacientes. Por supuesto, presentan síntomas físicos, pero no específicos, de una enfermedad. Pueden tener palpitaciones, gastritis, migrañas... No hay un cuadro clínico que diga: éste es el síndrome de burnout que, por cierto, puede llevar al suicidio”, indicó Dickinson.

La investigadora universitaria consideró que este conjunto de síntomas ya es grave, porque se presenta aparentemente con mayor frecuencia, y porque ahora se asocia a una problemática social.

“Día a día, los servicios de salud pública se deterioran cada vez más, y los médicos, finalmente, son quienes deben enfrentar los males del paciente, pero al mismo tiempo, las instituciones donde laboran no cuentan con recursos suficientes. De aquí, la presencia creciente del síndrome entre el personal de salud”, comentó.

Tres factores lo desencadenan entre el personal de salud: la manera individual en que se responde a una determinada situación, el ambiente laboral y el tipo de pacientes que deben ser atendidos.

Para tener la oportunidad de manejar adecuadamente este síndrome, lo principal es detectarlo de manera temprana y no esperar sus consecuencias. Posteriormente, la primera medida que se debe tomar es sacar al individuo del ambiente en el que labora, aunque sea de manera temporal.

“Con frecuencia, el personal de salud no toma vacaciones; en algunas instituciones, incluso, reciben dinero por ellas, pero esto no es bueno”, apuntó Dickinson.

Otra medida es llevar al sujeto a uno de los Grupos Balint, donde los trabajadores de la salud se reúnen y comentan cómo viven su situación, qué les generan los pacientes, cuáles les incomodan y qué situaciones están mal para ellos (cada uno de estos grupos es coordinado por un terapeuta).

“Como es difícil cambiar los ambientes laborales, debemos hacer que la persona desarrolle todas sus capacidades y habilidades para enfrentar saludablemente el estrés crónico y evitar la aparición del síndrome”, consideró.