La responsabilidad de dar el primer paso decisivo y fundamental en avanzar hacia la acción contra el cambio climático era un compromiso de los dirigentes de los países más ricos: ahora han fallado en asumir ese liderazgo.
Cuando los dirigentes de los países más poderosos del mundo fallaron en adoptar compromisos ambiciosos de reducción de emisiones para el mediano plazo y en poner dinero sobre la mesa para la adaptación y mitigación en el mundo en desarrollo, derrumbaron cualquier oportunidad de un buen resultado en el MEF.
Culpar a China e India por el fracaso de las negociaciones es una excusa hueca. El fracaso es la ausencia de liderazgo de los dirigentes del G8. Como se señaló ayer, los países del G5 - China, Brasil, India, México y Sudáfrica- hicieron un llamado a los países industrializados para reducir sus emisiones en 40 por ciento para 2020.
Sin un compromiso de los países del G8 en invertir 106 mil millones de dólares de los 140 mil millones requeridos anualmente para ayudar a los países en desarrollo para combatir el cambio climático, el abismo entre ambos grupos de países seguirá creciendo.
Está en manos de los líderes de los países más ricos tomar el primer paso. Son ellos los que mayor responsabilidad tienen en el fenómeno del cambio climático ya que son causantes de más del 47 por ciento de las emisiones de CO2, y son los que menos disposición demuestran en comprometerse a la acción.