El portavoz del Ejecutivo alemán, Steffen Seibert, aseguró en un comunicado poco después de conocerse el fin de las negociaciones entre EADS y BAE Systems que Berlín "apoya la cooperación existente entre las dos compañías".
La nota añade que el gobierno tiene "plena confianza en el liderazgo empresarial de EADS", es decir, en su presidente, el alemán Tom Enders.
Berlín influye en EADS a través de la participación alemana en su accionariado, en la actualidad en manos del fabricante de vehículos Daimler, y que podría pasar en breve al estatal Instituto Crediticio para la Reconstrucción (KfW), con el beneplácito del Ejecutivo.
No ha habido ninguna valoración del fracaso de los planes de fusión por parte del Ejecutivo alemán a través de Seibert, tan sólo la indicación de que "el gobierno federal se da por enterado" de la noticia.
Berlín da por hecho de que "EADS puede seguir desarrollándose positivamente en todos los campos de negocio".
Por su parte, el coordinador alemán para asuntos de Aeronáutica y Aeroespacial, el cristianodemócrata Peter Hintze, aplaudió el fracaso de este plan empresarial, anunciado el pasado 12 de septiembre.
"Estoy convencido de que EADS puede hacer valer sus fortalezas mejor en solitario en el mercado global", aseguró en declaraciones a la agencia local DPA Hintze, que accedió al cargo por designación del Bundestag (Cámara baja).
Pocas horas antes, los gigantes aeronáuticos y de defensa europeos anunciaron en un comunicado conjunto que su plan de fusión había fracasado.
Alegaron que las conversaciones encallaron porque "las negociaciones con los gobiernos relevantes" en referencia a los Ejecutivos de Alemania, Francia y Reino Unido, "no han alcanzado el punto en el que ambas compañías pudieran difundir plenamente sus beneficios y sus negocios de forma detallada" en caso de fusión.
El presidente de la británica BAE Systems, Ian King, aseguró en el comunicado que están "obviamente decepcionados" por "no ser capaces de alcanzar un acuerdo aceptable para varios de nuestros gobiernos accionistas".
El gobierno alemán reconoció dos días después de que se difundiese el proyecto de fusión que estudiaba la posibilidad de ejercer su derecho a veto.
Seibert aseguró entonces que Berlín, al igual que París, estaba siguiendo las negociaciones entre ambos gigantes industriales por las implicaciones nacionales que podría tener una "transacción muy compleja" y "con implicaciones para la política de seguridad y la política industrial" de Alemania.