Respecto al trimestre anterior, el PIB avanzó un 1.4 por ciento, una décima por debajo del dato preliminar que el gobierno había anunciado.
En términos nominales, el crecimiento de la economía nipona quedó en el 5.0 por ciento a ritmo anual, seis décimas por debajo del dato inicial, y del 1.2 por ciento con respecto al trimestre abril-junio, estimado inicialmente en el 1.4 por ciento.
Las cifras presentadas por el gobierno reflejan un impacto mayor de lo esperado del encarecimiento de la divisa nipona sobre la inversión de capital fijo no residencial, que pasó de un avance del 1.1 por ciento a una llamativa contracción del 0.4 por ciento tras revisarse el dato.
El crecimiento del consumo privado, que representa aproximadamente el 60 por ciento del PIB japonés, fue revisado a la baja hasta situarlo en un 0.7 por ciento, frente al aumento del 1 por ciento que se estimó en un principio.
La contribución de los inventarios corporativos al PIB nipón en el trimestre julio-septiembre fue en cambio revisada al alza y se situó en el 0.3 por ciento, una décima por encima del 0.2 por ciento estimado.
Los datos revisados confirman que la economía japonesa experimentó un rebote en el trimestre julio-septiembre gracias a un aumento de las exportaciones y de la producción tras la recuperación de las cadenas de suministro afectadas por el desastre del 11 de marzo.
Sin embargo, analistas citados por el diario Nikkei estiman que la economía nipona podría ralentizarse o contraerse en el trimestre octubre-diciembre debido a que la crisis de deuda soberana en Europa, el frenazo en otras economías y la persistente fortaleza del yen pueden afectar a la producción y a las exportaciones japonesas.