"No hay una solución milagrosa, no podemos solucionar un problema de esta complejidad e intensidad en tan solo un año. Hay que desplegar un abanico de soluciones que, con el tiempo, creen una resiliencia para el agua", comenta un científico del Centro de Investigación Común (JRC, por sus siglas en inglés) en una charla con periodistas europeos durante una visita a la sede de este organismo en Ispra (Italia) en la que participó EFE.
El Centro de Investigación Común se define a sí mismo como "el servicio de ciencia y conocimiento de la Comisión Europea", pues los investigadores que trabajan allí, en campos que van desde la nanomedicina hasta el vehículo eléctrico, tienen la misión de aportar a las instituciones europeas estudios, datos e indicadores que ayuden a diseñar mejor las políticas comunitarias.
En total, el ente tiene seis delegaciones repartidas en distintos países de la UE, una de las cuales en Sevilla (España), pero es en la italiana de Ispra, un pequeño pueblo al norte de Milán que vive a orillas del Lago Mayor, donde el JRC alberga un Observatorio Europeo sobre la Sequía que analiza toda la problemática del agua.
Según sus datos, un cuarto del territorio de la UE se encuentra actualmente en fase de alerta por la sequía, una situación que enlaza con el hecho de que el pasado 2022 fuera, según los análisis del JRC, el más cálido de los últimos 500 años en Europa.
Ante la falta de grandes nevadas este invierno en los Alpes, que dejarán muy poca agua durante el deshielo, los científicos del JRC auguran que las próximas semanas, antes de que llegue el verano, "serán claves para definir la disponibilidad de agua de la agricultura" en las cosechas cercanas a los Alpes, como el valle del Po italiano.
En un informe del mes pasado sobre la sequía, el centro ya alertó sobre la escasez de lluvias en España, Francia y el norte de Italia, y mostró su "preocupación" por el suministro de agua en los dos sectores más afectados por la sequía: la agricultura y la producción de energía, con su impacto en las centrales hidroeléctricas.
A juicio del JRC, si en las zonas amenazadas las condiciones para practicar la agricultura se vuelven más complicadas, "eso requerirá una respuesta" por parte de las autoridades.
Y esta respuesta pasa por "más inversiones" que fomenten la agricultura de precisión, con la implantación de técnicas de ahorro como el riego por goteo, mientras que, en el plano general, este experto en gestión del agua apuesta por soluciones económicamente rentables y adaptadas a las necesidades locales.
Aparte de la desalinización, que es un proceso más caro y sólo apto para zonas de costa, o el reciclaje del agua, los científicos del JRC insisten en las bondades de las llamadas "soluciones basadas en la naturaleza", que consisten en intervenir en los ecosistemas para preservar el flujo del agua y la humedad del suelo.
"Si tienes un bosque sano, tienes suelos sanos. Si conservas los humedales, te funcionarán como un amortiguador natural contra la sequía y también contra las inundaciones", además son gratuitas, dicen en el JRC sobre unas estrategias que fomentan desde Bruselas.
"Hay una situación preocupante y una tendencia negativa, pero ahora tenemos algunos caminos sobre cómo encontrar soluciones: colaboración más cercana con ciudades y regiones y enfoque multidisciplinario con distintos sectores", aseguró la comisaria europea de Innovación e Investigación, Mariya Gabriel, durante la visita al JRC.
Sea como sea, el riesgo de la desertización se extiende en zonas mediterráneas como el sur de España, que será uno de los lugares más vulnerables de la UE a nivel climático según las proyecciones del Joint Research Centre, cuyos investigadores recuerdan que cada vez queda menos tiempo que perder para intentar revertir estas tendencias.