El promedio de consumo per cápita asciende a 163 litros al año, en tanto que en su vecino del norte apenas sobrepasa los 118, según los resultados de investigaciones del director del Centro Rudd para Políticas Alimentarias y Obesidad de la Universidad de Yale, Kelly Brownell, revelados en una conferencia de prensa.
Por tal motivo, estas asociaciones defensoras del consumidor exigieron al Gobierno la imposición de un impuesto de 20 por ciento para las gaseosas, jugos azucarados y bebidas afines de alto contenido calórico.
La propuesta de este gravamen responde, de acuerdo con Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor A.C., a las recomendaciones de organismos internacionales sobre políticas integrales de combate a la obesidad, ya que "estas bebidas son la principal fuente de calorías" en el país norteamericano.
Recordó que tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y Naciones Unidas (ONU) han llamado al Gobierno a tomar medidas contra esta epidemia, pero "han sido ignorados".
Çalvillo también citó las declaraciones de Ángel Córdova, secretario de Salud, quien aseguró que el problema de la obesidad rebasó la capacidad de respuesta del sistema de salud pública y se prevé que en seis años se requiera de 14,000 millones de dólares, todo el presupuesto de esta cartera, para hacerle frente.
Un impuesto de este tipo a los refrescos "provocaría una reducción en su consumo de 16 a 24 por ciento", que redundaría en una baja en la ingesta de calorías y una mejoría de la economía de las familias, que "gastan, en su mayoría, más en refrescos que en huevo, frijoles o tortilla", dijo.
Además, planteó que con esos recursos se podrían mejorar las condiciones de salud de la población y tener más recursos del Estado para atender las consecuencias de salud de la alta ingesta de estos productos.
Y como ejemplo refirió la introducción de bebederos de agua potable gratuita en escuelas y espacios públicos, que reducirían aún más el consumo indiscriminado de bebidas gaseosas, tanto en las zonas urbanas como rurales.
"Nuestro país se ha convertido en una fábrica de anémicos y obesos, porque las personas con estos hábitos pasan de la malnutrición a la obesidad al sustituir bebidas nutricionales por el refresco", afirmó Dolores Rojas, coordinadora de Oxfam México.
Rojas agregó que su propuesta es "puntual y concreta", con tal de acercar el agua potable a los que no la tienen, en vísperas de la definición en el Congreso mexicano del presupuesto del próximo año.
De acuerdo con el relator especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, Olivier De Schutter, quien en junio pasado realizó una visita oficial a México, siete de cada 10 mexicanos padecen de obesidad.