Los dos principales líderes políticos polemizaron este lunes por separado sobre las causas de los disturbios que se registraron durante la semana pasada en Londres y otras ciudades británicas, mostrando posiciones encontradas.
El jefe del gobierno británico habló en una reunión en su distrito parlamentario en el condado de Oxfordshire, sureste de Inglaterra, mientras Miliband acudió a su escuela de Haverstock, en Chalk Farm, en el norte de esta capital.
Cameron se comprometió a revisar las políticas gubernamentales tras los disturbios de la semana pasada para garantizar que se repare una sociedad rota, y aceleraría planes para combatir las conductas anti sociales y mejorar la educación.
También se comprometió a transformar la vida de las 120 mil familias con mayores problemas para la próxima elección, prevista para 2015 y dar un combate total a la "cultura de la pandilla".
El 4 de agosto un hombre de 29 años de edad fue muerto por la policía londinense en un incidente aún en investigación, hecho que generó una protesta dos días después que derivó en una ola de violencia que prácticamente duró una semana.
El ministerio británico del Interior informó que esa violencia dejó dos mil 800 detenidos, de los cuales a mil 300 se les han levantado cargos y mil ya han comparecido ante un juez, pero la policía señala que llevará meses identificar y capturar a todos los líderes.
Cameron también señaló que el vandalismo que se vivió la semana pasada en diversas partes de Londres así como Bristol, Manchester y Gloucester fueron una llamada para la sociedad británica, que vivió la explosión de problemas que se han enconado por décadas.
Enumeró tales problemas: niños sin padres, escuelas sin disciplina y comunidades sin control.
Prometió revisar rubros como educación, bienestar social, política hacia las familias, adicciones así como concepciones equivocadas de los derechos humanos que han erosionado la responsabilidad personal.
Por su parte Miliband acusó a Cameron de tener una visión simplista de los desórdenes, pues los concebía sólo como un problema cultural sin considerar el impacto de la falta de oportunidades y las carencias que se registran.
Indicó que no sólo a las partes bajas de la sociedad hay que acusar, pues ejemplos negativos han sido puestos por gente con poder y dinero, como los salarios de ejecutivos bancarios y gastos de parlamentarios.
Se trata de situaciones en las cuales ambición, egoísmo e inmoralidad se han convertido en norma, dijo el líder laborista.