Hincha del Atlético Junior de Barranquilla, el futuro Premio Nobel de Literatura jugaba como portero de fútbol en las calles polvorientas de su natal Aracataca, tal vez con la esperanza de hacerlo algún día como profesional.
"Empezamos a jugar con pelotas de trapo y alcancé a ser un buen portero, pero cuando pasamos al balón de reglamento sufrí un golpe en el estómago con un tiro suyo tan potente, que hasta allí me llegaron las ínfulas", dijo alguna vez "Gabo" al recordar a un amigo de infancia con quien jugaba fútbol.
Tiempo después, ya como periodista del diario barranquillero "El Heraldo", García Márquez incursionó en la crónica deportiva cubriendo los partidos del club de sus amores.
Una de sus notas más recordadas de esa época, titulada "El juramento", relata lo que vivió en el estadio "Romelio Martínez" de Barranquilla en un partido entre Junior y Millonarios de Bogotá, que en los años 50 era considerado como uno de los mejores equipos del mundo.
"Entonces resolví asistir al estadio. Como era un encuentro más sonado que todos los anteriores, tuve que irme temprano. Confieso que nunca en mi vida he llegado tan temprano a ninguna parte y que de ninguna tampoco he salido tan agotado", relató aquella vez en "El Heraldo" en una nota en la que plasmó su admiración por el argentino Alfredo Di Stéfano, que jugaba en Millonarios después de su paso por River Plate y antes de triunfar en el Real Madrid.
En 1995, en una charla con el periodista argentino Jorge Barraza, García Márquez confesó que esperaba que la selección colombiana tuviera un buen papel en el Mundial de Estados Unidos 1994, en el que no pasó de la primera fase.
"No pudo anotar ni el gol de la dignidad. Estaba eliminada desde el primer día", dijo el escritor, quien en la misma entrevista confesó que sintió "un gran desconcierto" con el triunfo por 5-0 de Colombia sobre Argentina en Buenos Aires en la eliminatoria sudamericana de 1993.
Pero el deporte que practicó con pasión ya entrado en años fue el tenis, en el que incursionó para cuidar su salud.
Según recuerda el diario "El Universal" de Cartagena de Indias, poco antes de cumplir los 80 años, el autor de "Cien años de soledad" siempre iba a la cancha de tenis de un hotel cuando visitaba esa ciudad.
"Empecé a jugar tenis en el momento en que supe que me iba a morir", le confesó "Gabo" al periodista Jorge García al recordar que en 1992 le extirparon un tumor en el pulmón derecho.
"Desde aquel momento, con la misma disciplina implacable que había tenido toda su vida como escritor, se impuso un nuevo régimen desde las seis de la mañana: ir a jugar tenis", señaló el diario.