Integrante de la Coordinación para México de la Unión Finlandesa por la Paz, la joven relató cómo ocurrió el ataque en una zona indígena del estado de Oaxaca donde hay varios grupos enfrentados y donde también murió una activista mexicana.
"Jyri estaba arriba (de la camioneta). Yo le decía 'bájate' para que ya no le tocaran más balas. No responde. Vi que tenía sangre al lado, e intenté bajarlo. Ya estaba muerto", recordó la mujer, que ahora teme por su vida.
Relató que para evadir a los hombres armados se fueron a los cerros. No sabían dónde estaban. "Cuando pensábamos que ya estábamos fuera de peligro, que ya no se escuchaban balazos, aparecieron dos hombres armados y tapados con estilo pasamontañas".
Estas personas se identificaron con miembros de una de las tres organizaciones de la zona, el Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT), y los dejaron salir del área, escoltados, hasta un lugar donde estuvieran fuera de peligro, pero les advirtieron que no volvieran.
Les quitaron todas sus pertenencias: dinero, cámara y grabadoras, relató. Los sobrevivientes, integrantes de distintas organizaciones sociales, caminaron un largo trecho hasta ponerse a salvo.
Mononen lamentó la muerte de su compañero Jyri, de 33 años, a quien calificó como una persona comprometida con la paz y el respeto a los derechos humanos.
"Era un hombre humilde, tímido pero curioso. Dedicó su vida a buscar soluciones y encontrar la paz", manifestó.
La finlandesa exigió una investigación de los hechos y el cumplimiento de la declaración universal de los Derechos Humanos y de la Declaración de los Pueblos Indígenas para que esta conflictiva zona de Oaxaca encuentre la paz.
Mononen se encuentra en Oaxaca desde marzo como parte de la Unión Finlandesa para verificar la situación de los derechos humanos y reportarla a la organización. También estaba investigando sobre la cultura oaxaqueña.
Los demás extranjeros que formaban parte de la caravana, entre los que había ciudadanos de Bélgica, Alemania e Italia, según activistas mexicanos, prefirieron no hablar y se mantienen encerrados, debido a la crisis emocional.
Organizaciones que se han solidarizado con los integrantes de la caravana colocaron una mesa de denuncia en la plaza central de la ciudad de Oaxaca, unos 470 kilómetros al sur de la ciudad de México, y acusaron al gobierno local de no atender el problema social que se vive en San Juan Copala.