La violencia en México, donde esta semana hubo una nueva matanza atribuida al crimen organizado, esta vez de 72 emigrantes, fue citada como un ejemplo del fracaso de la actual política de combate a las drogas por varios participantes en la conferencia.
"El hecho de que la política para las drogas se conciba como una guerra a las drogas es lo que ha provocado una escalada de la violencia en México", afirmó Juan Machín, director del Centro Cáritas de Formación, una organización que atiende a drogadictos en la ciudad de México.
"Tenemos que insistir en la necesidad de adoptar políticas de seguridad no represivas. Nuestros países conocen muy bien las consecuencias fúnebres de la militarización de los conflictos, como las que hoy vive México", señaló la argentina Graciela Touzé, presidenta del grupo Intercambios Asociación Civil.
Para Touzé, aunque en algunos países de la región ya hay un discurso que reconoce el fracaso de la guerra contra las drogas, aún no ha sido traducido en políticas concretas para atender a los drogodependientes y afrontar la violencia.
Machín dijo a Efe que el presidente mexicano, Felipe Calderón, cometió uno de sus mayores errores cuando envió al Ejército a las calles por concebir que se trataba de una "guerra" y no de una lucha contra las drogas.
A su juicio, "el efecto perverso que ha tenido la militarización es que ha generado una ola mayor de violencia, y la decisión del presidente de no dar marcha atrás ha provocado un aumento prácticamente exponencial de la violencia. Comenzamos con unos 2,000 muertos al año y en 2009 tuvimos 8,000. Ya llevamos en total cerca de 30,000 muertos".
Según este especialista, la situación puede agravarse aún más mientras no se cambie esa política. "Y el presidente (Calderón) está subido en ese proyecto y no lo va a cambiar. Está teniendo un costo político muy alto pero él sabe que si da un paso atrás tendrá un costo político peor, porque sería reconocer que su política fue un desastre", agregó.
Para Machín, México necesita de una política integral para combatir el narcotráfico que incluya medidas económicas y sociales para reducir la pobreza y el desempleo; de seguridad basadas en labores de inteligencia, y preventivas, de reducción de daños y hasta de legalización.
"Acabar el problema de las drogas a garrote, bien sea policial o militar, lo máximo que va a lograr es atenuar un poco. Mientras no se resuelvan los problemas sociales, no habrá solución", coincide el economista colombiano Francisco Thoumi, autor de varios libros sobre el narcotráfico.
"Es por eso que llevamos 40 años en la famosa guerra contra las drogas y cada vez que hay un logro resulta que la industria se adapta y evoluciona", dijo a Efe Thoumi, investigador del Centro de Estudios sobre Drogas y Delito de la Universidad del Rosario.
Para Thoumi, el problema es que para algunos grupos sociales en países como Colombia y México violar la ley pasó a ser algo aceptable y la sociedad terminó tolerando la corrupción y la criminalidad.
"Sin duda las políticas paliativas se pueden mejorar y uno puede hablar de la posible efectividad de la militarización o de la efectividad de la legalización de la marihuana, pero mientras no se identifiquen las vulnerabilidades sociales no habrá solución", dijo.
Por su parte, el director de la organización Centro Brasileño de Políticas de Drogas, Luiz Paulo Guanabara, afirmó que cualquier política que insista en militarizar y criminalizar las drogas está condenada al fracaso.
"Esas políticas solo generan una violencia como la de hoy en México, que ya es intolerable", dijo.