En el último estudio realizado en 2012 sobre la búsqueda de la igualdad de género, los países de la OCDE identificaron las tres cuestiones más importantes de desigualdad de género: la violencia contra las mujeres; la persistente disparidad salarial entre los géneros; y la distribución desigual del trabajo no remunerado.
Muchos países están ahora dando prioridad a estas cuestiones en las políticas, y muchos también están presionando para lograr que más mujeres participen en los niveles de liderazgo de los sectores público y privado.
Se han hecho algunos progresos, señala el informe. La mayoría de los países de la OCDE están abordando el acoso laboral a través de leyes y reglamentos más estrictos. Varios países, entre ellos Australia, Alemania, Italia, Japón, México y el Reino Unido, han introducido medidas para alentar a más niñas a elegir ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) y a más hombres jóvenes para estudiar y trabajar en salud y educación.
No obstante, persisten las diferencias entre hombres y mujeres en todos los ámbitos de la vida social y económica de los países, y el tamaño de esas brechas ha cambiado poco en los últimos años. Mientras que hoy en día las mujeres jóvenes de los países de la OCDE abandonan la escuela con mejores calificaciones que los hombres jóvenes, tienen menos probabilidades de estudiar en los campos de mayor ganancia relacionados con STEM.
Las tasas de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo se han acercado a las tasas de los hombres en las últimas décadas, pero en todos los países de la OCDE las mujeres siguen teniendo menos probabilidades que los hombres de dedicarse al trabajo remunerado. Cuando las mujeres trabajan, son más propensas a hacerlo a tiempo parcial, tienen menos probabilidades de avanzar a puestos directivos, son más propensas a enfrentarse a la discriminación y ganan menos que los hombres. Las mujeres, en la OCDE, en promedio ganan casi un 15% menos que sus homólogos masculinos, una tasa que apenas ha cambiado desde 2010.
Las mujeres son menos propensas a ser empresarias, y las empresas propiedad de mujeres tienden a ganar menos que las que son propiedad de hombres. Las brechas de género tienden a aumentar con la edad, lo que refleja el papel crucial que desempeña la paternidad en la igualdad de género. Mucho más que la paternidad, la maternidad típicamente tiene efectos negativos considerables en la participación de la mano de obra, en la remuneración y en el progreso profesional. Las desigualdades de género también prevalecen en la vida pública: las mujeres están sub-representadas en cargos políticos, con menos de un tercio de los escaños en las cámaras bajas de las legislaturas nacionales, en promedio, en la OCDE. La acción afirmativa es necesaria, pero por sí sola es insuficiente para lograr la igualdad de género. Los países también necesitan invertir en oportunidades de liderazgo femenino a través de oportunidades de tutoría y apoyo de redes.
Al mismo tiempo, los modelos de conducta masculina en la alta dirección necesitan impulsar el cambio en los estereotipos y normas de género que continúan obstaculizando el acceso de las mujeres al liderazgo.
Es evidente que aún queda mucho por hacer para reducir las brechas de género en todos los países. El informe destaca no sólo el aspecto social sino también el fuerte argumento económico deben motivar los procesos de acción: reducir la brecha de género en la participación de la fuerza de trabajo en un 25 por ciento para el año 2025, según lo acordado por los líderes del G20, podría agregar 1 punto porcentual al crecimiento proyectado del PIB en los países de la OCDE en el período 2013-2025 y casi 2,5 puntos porcentuales si las diferencias de participación de género se redujeran a la mitad para 2025.
Desde 2013, cerca de dos tercios de los países de la OCDE han puesto en marcha nuevas políticas de igualdad de remuneración, lo que implica una mayor transparencia en el pago de las empresas para analizar y divulgar sus diferencias salariales de género. Muchos países también han introducido medidas para mejorar el acceso a una educación y atención temprana de calidad, así como alentar a los padres a que se ausenten por paternidad: varios, entre ellos Canadá, Japón, Corea y Polonia, han aumentado los subsidios o beneficios para el cuidado de los niños; y otros, entre ellos Noruega y el Reino Unido, han introducido o ampliado el cuidado gratuito de los niños.