Contribuyen mujeres rurales en el desarrollo agrícola, seguridad alimentaria y erradicación de la pobreza

El Día Internacional de las Mujeres Rurales fue establecido por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 62/136 del 18 de diciembre de 2007 y se observó por primera ocasión el 15 de octubre del siguiente año. La conmemoración reconoce la función y contribución de la mujer rural, incluida la mujer indígena, en la promoción del desarrollo agrícola, la mejora de la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza en las zonas donde habitan.

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Las mujeres rurales participan en la producción de cultivos, el cuidado del ganado, en actividades no agrícolas para diversificar los medios de subsistencia de sus familias,  además de ser responsables del cuidado de los niños, los ancianos y los enfermos. Es por lo anterior que en la Secretaría General del Consejo Nacional de Población (CONAPO) reconocemos el trabajo que desempeñan estas mujeres en las economías rurales de los países y, a manera de conmemoración, presentamos la información más relevante de este importante segmento de la población en nuestro país.

Según datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del segundo trimestre de 2013 (ENOE 2013-II), en México hay 27.4 millones de personas que viven en zonas rurales , de las cuales el 22.8 por ciento son mujeres; en las zonas urbanas  por su parte, habitan 90.8 millones de personas y las mujeres representan el 77.2 por ciento.

Educació

De acuerdo con la ENOE 2013-II, del total de mujeres mexicanas de 5 años o más, el 91.4 por ciento saben leer y escribir; en las zonas urbanas este porcentaje asciende a 93.7 por ciento y en las zonas rurales la cifra es 10 puntos porcentuales menor (83.7 por ciento).

La proporción de mujeres adolescentes (15 a 19 años) residentes en zonas rurales que saben leer y escribir es de 97.5 por ciento, en contraste con el 99.6 por ciento de las adolescentes que viven en zonas urbanas y cuentan con estas habilidades. En el caso de las mujeres urbanas de 65 años o más, 79.8 por ciento saben leer y escribir, mientras que en las mujeres rurales el porcentaje es apenas del 49 por ciento.

Según datos de la ENOE2013-II, el 97.6 por ciento de niñas entre 6 y 14 años asisten a la escuela;  por zonas de residencia se registra que el 95.8 por ciento de las niñas rurales y el 98.3 por ciento de las urbanas van igualmente a clases. La asistencia escolar en el caso de las adolescentes es de 65.6 por ciento a nivel nacional; en zonas urbanas la cifra asciende a 70.6 por ciento y en las zonas rurales se observa que sólo la mitad de ellas (50.2 por ciento) va a la escuela.

El 13.8 por ciento de las mujeres urbanas y el 34.8 por ciento de las mujeres rurales de 15 años y más, dijeron contar con primaria incompleta; el 20.8 por ciento y 25.4 por ciento, respectivamente, afirmaron contar con primaria completa; el 35.5 por ciento de mujeres urbanas y 29.5 por ciento de mujeres rurales declararon tener la secundaria terminada; finalmente, el 29.9 por ciento de mujeres urbanas y 10.3 por ciento de rurales afirmaron contar con educación media superior o superior.

Actividad económica

La actividad predominante entre las mujeres de 14 años y más son los quehaceres domésticos tanto a nivel nacional (45.4 por ciento) como por zonas de residencia, aunque la proporción de mujeres dedicadas a estas labores es mayor en las zonas rurales (59.3 por ciento) que en las urbanas (41.6 por ciento). A dicha actividad le sigue el trabajo (43.3 por ciento), donde se ocupa el 46.6 por ciento de mujeres urbanas y el 31 por ciento de las rurales; en tercer lugar el estudio (9.7 por ciento), donde la proporción de mujeres urbanas estudiantes (10.2 por ciento) supera en 2.4 puntos porcentuales a las mujeres rurales (7.8 por ciento). El 1.6 por ciento se dedican a otras actividades, 1.7 por ciento en el caso de las mujeres rurales y 1.6 por ciento para las urbanas.

De la población de mujeres ocupadas de 14 años y más, la mayoría son trabajadoras asalariadas (66.1 por ciento), por zonas de residencia se observa que el porcentaje de asalariadas es mayor en las mujeres urbanas (69.3 por ciento) que en las rurales (48.9 por ciento); sin embargo éstas últimas se autoemplean en una proporción mayor (32.4 por ciento) que las mujeres urbanas (21.8 por ciento).

Mientras que 6.5 por ciento de las mujeres urbanas ocupadas son trabajadoras sin pago, la participación de las mujeres rurales en este rubro aumenta a 16.9 por ciento.

Salud sexual y reproductiva

De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID) 2009, la prevalencia anticonceptiva  se estimó en 72.3 por ciento a nivel nacional, mientras que entre las mujeres rurales el indicador es de 63.7 por ciento y entre las urbanas 74.9 por ciento.

Las adolescentes presentan la menor prevalencia anticonceptiva tanto a nivel nacional (44.4 por ciento), como desagregado por zonas rurales (36.7 por ciento) y urbanas (48.1 por ciento). La prevalencia en el uso de métodos de planificación familiar aumenta en el grupo de jóvenes (19 a 24 años) unidas a 62.7 por ciento a nivel nacional,  54.7 por ciento en zonas rurales y 65.5 por ciento en zonas urbanas; conforme aumenta la edad de las mujeres se incrementa igualmente la prevalencia hasta alcanzar 65.3 por ciento en el grupo de 45 a 49 años en zonas rurales y  77 por ciento en zonas urbanas.

Con base en los datos de la encuesta, es posible observar que existe una relación proporcional entre la escolaridad y  la prevalencia en el uso de métodos anticonceptivos entre las Mujeres en Edad Fértil Unidas (MEFU), es decir, a mayor nivel de escolaridad, mayor es el uso de métodos de planificación familiar; no obstante, la brecha entre las mujeres rurales y urbanas persiste.

De acuerdo con lo antes mencionado, la proporción de MEFU que habitan en zonas rurales, que no cuentan con nivel alguno de escolaridad y que usan métodos anticonceptivos fue de 55 por ciento; entre las que cuentan con primaria incompleta y completa, la prevalencia anticonceptiva fue de 61.5 por ciento y 63 por ciento, respectivamente; y en las que cuentan con secundaria o más, el porcentaje aumenta a 66.9 por ciento.

Por lo que toca a las MEFU que se ubican en localidades urbanas y que no cuentan con nivel alguno de escolaridad, el porcentaje en el uso de métodos anticonceptivos fue de 65.6 por ciento; para las que cuentan con primaria incompleta y completa la prevalencia anticonceptiva fue de 71.7 por ciento y 75 por ciento, respectivamente; y entre las que cuentan con estudios a nivel secundaria o más, el porcentaje aumenta a 75.5 por ciento.

El método anticonceptivo al que más recurren tanto las mujeres rurales como las urbanas es la oclusión tubaria bilateral (51.5 por ciento y 49.7 por ciento, respectivamente), seguido por el dispositivo intrauterino (15.3 por ciento mujeres rurales y 16.3 por ciento urbanas); para las mujeres rurales el tercer lugar lo ocupan las inyecciones (9.1 por ciento) y para las mujeres urbanas los condones (10.3 por ciento).

La Necesidad Insatisfecha de Métodos Anticonceptivos (NIA) se refiere a la proporción de mujeres que, a pesar de su deseo de espaciar o limitar los embarazos, no hacen uso de métodos  anticonceptivos. En este contexto, la NIA a nivel nacional es de 10 por ciento; 5.3 por ciento para espaciar los embarazos y 4.7 por ciento para limitarlos. En las zonas rurales el porcentaje aumenta a 15.9 por ciento (8.4 por ciento para espaciar y 7.6 por ciento para limitar), mientras que en las mujeres urbanas la proporción disminuye a 8.2 por ciento (4.3 por ciento para espaciar y 3.8 por ciento para limitar).

Las mujeres con al menos un hijo nacido vivo  al levantamiento de la encuesta, dijeron haber asistido a 7.8 revisiones médicas en promedio durante su embarazo. En el caso de las mujeres que residen en zonas rurales, el promedio de asistencia fue de 7.1 revisiones y para las mujeres urbanas 8.1.

Las mujeres son atendidas durante el parto por un médico en el 97 por ciento de los casos a nivel nacional y en igual proporción (97.1 por ciento) se asisten los partos de las mujeres residentes en zonas urbanas. Aunque en las zonas rurales también la mayoría de los alumbramientos son atendidos por un médico (84.3 por ciento), en el 11.7 por ciento de las ocasiones éstos son atendidos por una partera.

La aportación de las mujeres rurales en sus comunidades y al interior de sus familias ha cobrado cada vez más importancia, a pesar de ello, siguen siendo uno de los grupos con mayores desventajas y rezagos que impiden no sólo su óptimo desarrollo, sino el de sus familias. Es por lo anterior que, como parte de la meta nacional México Incluyente establecida en el Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018, el Gobierno de la República busca garantizar el ejercicio efectivo de los derechos sociales para toda la población, pero particularmente para los grupos sociales menos favorecidos.

Para lograr reducir los rezagos en materia de salud, educación y oportunidades de empleo de las mujeres rurales, será necesario fortalecer e implementar planes nacionales que favorezcan su desarrollo, a este respecto, la Secretaría General del CONAPO colabora con insumos sociodemográficos sobre los cuales se sienten las bases de los programas sociales con el objetivo de dirigir los esfuerzos a la población más necesitada.