"Treinta y dos instalaciones de agua han sido destruidas hasta ahora este año, lo que afecta a cerca de 300,000 personas", denunciaron este martes en un comunicado 13 organizaciones nacionales e internacionales de ayuda humanitaria, entre las que figura el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC).
Los ataques comprenden, por ejemplo, golpes directos contra puntos de abastecimiento y camiones cisterna, sabotaje de las infraestructuras de saneamiento públicas e incluso la contaminación deliberada de los recursos hídricos.
"Estos ataques repetidos en los servicios de (abastecimiento de) agua y su grave impacto en cientos de miles de civiles vulnerables no tienen precedentes en Burkina Faso y no se han visto en otros sitios tampoco en la región del Sahel central", señaló en el mensaje Hassane Hamadou, director de NRC en el país.
"Perturbar el acceso de los civiles al agua no es ya un mero subproducto del conflicto, se ha convertido en un arma de guerra y marca un nuevo y despreciable giro en la violencia", agregó este experto.
Los mayores niveles de destrucción se han registrado en la zona de Djibo (en el norte del país, la región más afectada por el yihadismo), que es la localidad de Burkina Faso que aloja más personas desplazadas internamente por la violencia.
"Los civiles ahí tienen acceso a menos de tres litros de agua al día para cubrir todas sus necesidades, desde beber a la higiene o cocinar, en comparación con el doble de esa cantidad disponible antes de los ataques, que ya era un nivel crítico", precisa el mensaje, resaltando que en Europa cada ciudadano usa de media 150 litros.
Burkina Faso sufre reiterados ataques yihadistas desde abril de 2015, realizados por grupos ligados tanto a Al Qaeda como al Estado Islámico.
La región de Burkina Faso más golpeada es la de Sahel, que comparte frontera con Mali y Níger, aunque el yihadismo también se ha expandido a otras áreas vecinas, y, desde 2018, a la región Este del país.
En noviembre de 2021, un ataque contra un puesto de la Gendarmería causó 53 muertos (49 gendarmes y 4 civiles), lo que generó un gran descontento social que se tradujo en fuertes protestas para exigir la dimisión del entonces presidente burkinés, Roch Kaboré.
Meses después, el 24 de enero, los militares tomaron el poder en un golpe de Estado -el cuarto en África occidental desde agosto de 2020- y depusieron al presidente.
En las últimas semanas, el Ejército burkinés ha realizado operaciones contra los yihadistas en distintas zonas del territorio nacional.
La inseguridad ha ocasionado que el número de desplazados internos en Burkina Faso ascienda ya a 1.85 millones de personas, según los últimos datos del Gobierno.