La regulación de la población de osos pardos, lobos y linces, especies protegidas en este país, es objeto de constantes controversias, ya que los agricultores se quejan del daño que los animales les ocasionan.
Mientras, las organizaciones de protección del medio ambiente hacen campañas públicas y jurídicas contra el sacrificio de estos animales salvajes.
El gobierno liberal-ecologista del primer ministro, Robert Golob, en el poder desde junio, ha convocado un grupo de expertos que deberían adoptar un nuevo plan respecto al oso pardo, que entraría en vigor a partir de 2024.
En la primera mitad del siglo XX la caza y las campañas agresivas de los agricultores diezmaron a estos animales, de forma que se convirtieron en especies en peligro de extinción y las autoridades tomaron medidas para protegerlas.
El lince fue completamente extinguido, pero en 1973 seis ejemplares fueron traídos desde Eslovaquia, y recientemente la población fue rejuvenecida por varios linces de Rumanía.
Los expertos estiman que en el país viven actualmente unos 120 lobos silvestres y cerca de 1.100 osos.
Las autoridades registraron en 2022 más de 300 incidentes, con 119,000 de euros de daños causados por osos, sobre todo ataques a ganado, daños a frutales y colmenas, y unos 190 incidentes, con 100,000 euros de daños causados por lobos, sobre todo con ataques al ganado.