La protección del kril centra la reunión sobre recursos vivos de la Antártida

La protección del kril antártico centra la reunión anual sobre la conservación para los recursos vivos de la Antártica, que arranca este lunes en la ciudad australiana de Hobart, en la sureña isla de Tasmania.

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Fotografía de archivo de pingüinos en un área de la Antártida. EFE/Julia Talarn

La Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCRVMA), que agrupa a la Unión Europea y 26 naciones, repasará la ordenación de los ecosistemas marinos de la Antártida, con especial énfasis en la pesca industrial del kril, apunta el comunicado de la CCRVMA.

Este pequeño y apreciado crustáceo, utilizado para la fabricación de piensos para ganado y animales domésticos, es la principal fuente de alimento para pingüinos o ballenas y es crucial para preservar el ecosistema de la Antártida.

Su pesca, valorada en unos 250 millones de dólares (254 millones de euros) anuales según el grupo Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), provoca en algunos casos la muerte accidental de ballenas al quedar atrapadas en las redes, denuncian los ecologistas.

Según WWF, el kril es además clave en la lucha contra la crisis climática al envíar alrededor de 23 megatoneladas de carbono al año a las profundidades mediante el hundimiento de sus heces y la muda de sus exoesqueleto.

Un almacenamiento de carbono valorado en 15,200 millones de dólares (15,450 millones de euros) al año, apunta un informe publicado la semana pasada por el Fondo Mundial para la Naturaleza.

"El kril antártico tiene más valor para la naturaleza y las personas si se deja en el océano que si se extrae", remarcó Emily Grilly, directora de conservación del Antártico de WWF.

Argentina y Chile, miembros de la CCRVMA, proponen desde 2018 la protección de áreas críticas de la región para aliviar algunas de las presiones sobre la vida marina y reclaman prohibir la pesca de krill en zonas de alimentación de pingüinos y otras especies en dos áreas biológicamente importantes de la península antártica: los estrechos de Bransfield y Gerlache.

Esta alianza también incluye una gran zona de no pesca permanente en el mar de Bellingshausen, que es un importante lugar de desove y cría del crustáceo (comercializado por su alto valor en proteínas y ácidos grasos omega 3), y exige la protección total de importantes hábitats de otras especies como la austromerluza, el draco rayado y el pez plateado.

Además del kril, las reuniones, que celebran a puerta cerrada en la sede del CCRVMA, debatirán sobre la conservación de otras especies, así como el impacto de la pesca en mamíferos y aves marinas y la eliminación de la pesca ilegal.

Durante la primera semana la cita gira entorno a presentaciones de diversos comités científicos, mientras que en la segunda tienen protagonismo las sesiones plenarias.

Se espera que la Comisión publique su informe el 4 de noviembre, cuando concluye la reunión.

La jornada inaugural quedó marcada hoy por el desplante de los representantes de Australia y otras naciones al retirarse por unos minutos de la reunión cuando intervenía el delegado de Moscú, para protestar por la invasión rusa a Ucrania, informa la cadena pública australiana ABC.

La CCRVMA, creada en 1982, está integrada -además de los países citados- por Alemania, Bélgica, Brasil, China, Corea del Sur, Ecuador, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, India, Japón, Namibia, Nueva Zelanda, Noruega, Polonia, Rusia, Sudáfrica, Suecia, Reino Unido, Ucrania y Uruguay.

Otros países adherentes a la convención, pero que no la han ratificado, son Bulgaria, Canadá, Finlandia, Grecia, Islas Cook, Mauricio, Pakistán, Panamá, Perú y Vanuatu.