El fenómeno ha indignado a pescadores y propietarios de empresas turísticas ante el daño que la catástrofe ya ha causado a sus negocios debido a la perturbación del ecosistema local y la decisión de varios turistas de abandonar o evitar la zona.
En las últimas 24 horas, las autoridades locales han recogido del mar más de 57 toneladas de peces muertos, afirma el portal news247.
La Cámara de Comercio de Magnesia, la región cuya capital es Volos, habla de un "desastre ecológico y económico sin precedentes".
Según explica a EFE Dimitris Klaudatos, profesor del Departamento de Agricultura, Ictiología y Medio Ambiente Acuático de la Universidad de Tesalia, este fenómeno está estrechamente vinculado con las severas inundaciones que sufrió la región en septiembre de 2023.
Arrastrados del lago hasta el mar
Las fuertes precipitaciones registradas entonces desbordaron el cercano lago de Karla, de unas 2,500 hectáreas. El agua anegó unas 20,000 hectáreas de cultivos a su alrededor.
"Debido al desvío de cauces fluviales o la ruptura de embalses, muchos peces de agua dulce del lago ingresaron en estas zonas inundadas", explica Klaudatos.
Para alejar el agua, el gobierno regional de Tesalia decidió abrir entonces la compuerta de la presa del arroyo Xiria, por la que los peces fueron arrastrados de las zonas inundadas hasta el mar, muriendo por falta de oxígeno o en contacto con el agua salada.
Según el experto, ya desde mayo se podían detectar algunos pocos peces muertos, pero a medida que disminuían las zonas inundadas, que eran su nuevo hábitat, aumentaba el volumen de peces arrastrados hasta el mar.
El gobernador de la región de Tesalia, Dimitris Kuretas, ha recordado que la única solución que había el año pasado para evitar nuevas inundaciones era abrir esta compuerta, ya que los fenómenos extremos habían destruido una estación de bombeo y acequias.
"Ahora esta estación ha sido reparada, por lo que el agua de las zonas inundadas se transferirá a un embalse", lo que permitirá el cierre de la compuerta y pondrá fin al fenómeno, prometió.
Si bien admite que las últimas medidas adoptadas por el gobierno regional van "en la dirección correcta", Klaudatos considera que este desastre podría haber sido evitado, o al menos mitigado, si se hubiera solicitado a tiempo una investigación científica sobre el volumen de peces trasladados a las zonas inundadas.
Un ecosistema marino en estrés
Además, toda esta agua y la inmensa cantidad de peces muertos supone "más estrés" para un ecosistema acuático, el del golfo Pagasético, en el que ya se habían detectado ciertos "desequilibrios" en su cadena alimenticia tras las inundaciones, recalca.
Los arroyos y ríos desbordados arrastraron entonces todo tipo de objetos domésticos y sustancias contaminantes que terminaron en el mar.
"Estamos hablando de un golfo semicerrado que tiene una capacidad limitada de renovar su agua a través de un pequeño canal de tan solo unos 5 kilómetros que lo une con el mar abierto", señala Klaudatos. Con todo, estima que el daño producido no es "irreparable".
"Si el ecosistema hubiese necesitado, por ejemplo, un año para recuperarse tras las inundaciones, ahora necesitará un poco más", indica.
Este martes la fiscalía de Volos ordenó una investigación preliminar para examinar la calidad del agua salada en el golfo y esclarecer la causa exacta de la muerte de los peces que aparecieron en esta zona marítima.
Según algunos medios locales, muchos de estos animales habrían muerto ya antes de llegar al mar, debido a que el drenaje de las aguas redujo el oxígeno disponible en las zonas inundadas.