Aunque a la gente no familiarizada con el mar o con la navegación pueda sonarle a broma, el crecimiento de organismos en esa amalgama de moluscos y otros seres vivos que los anglosajones llaman "fouling" puede añadir toneladas de peso a los cables que transportan a tierra la electricidad, estirarlos, debilitarlos, deshacer su material o, si te trata de la plataforma flotante que sostiene al aerogenerador, desestabilizarla directamente.
Evitar ese riesgo cuesta muchas horas de mantenimiento, muchos desplazamientos en barco desde tierra y mucho dinero, en cantidades que se multiplican tanto más cuanto más lejos esté el parque eólico, algo que puede resultar crítico si de lo que se trata es de aerogeneradores fondeados en alta mar, donde más sopla el viento.
Diecisiete empresas y centros de desarrollo de tecnología de Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Irlanda, Francia, Grecia, Croacia, Eslovenia y España han elegido las instalaciones de la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocán), en Gran Canaria (España), para probar en condiciones reales nuevos compuestos plásticos y sustancias químicas que ataquen ese problema de raíz: evitando la corrosión del material sumergido y las incrustaciones de organismos vivos.
"La idea es invertir en tecnología para tratar de hacer realidad la aplicación comercial de la energía eólica flotante en el corto plazo", explica el director de Innovación de Plocán, Ayoze Castro, que coordina este proyecto europeo, llamado Flotant.
En colaboración con la empresa vasca Tecnalia, que lleva a cabo un ensayo paralelo en aguas del Cantábrico, Plocán va a probar durante 14 meses en el puerto de Taliarte la durabilidad de 74 compuestos diferentes: 74 placas fabricadas con diferentes combinaciones de HDPE, fibra de carbono, polisol y varios aditivos químicos protectores, algunos de ellos todavía sometidos a secreto industrial, para ver si resisten o no las incrustaciones.
En dos meses se hará una criba para descartar aquellos que no funcionan o no tienen visos de responder a lo que se espera de ellos. El resto, pasará un año completo a prueba en el mar.
"Buscamos materiales que puedan aplicarse al anclaje de los flotadores en los aerogeneradores flotantes, a las estructuras de las líneas de fondeo o a las propias estructuras flotantes que van a sostener aerogeneradores de hasta 10 megavatios", detalla Castro.
El coordinador del proyecto Flotant subraya que este ensayo europeo tiene otro condicionante: solo se van a emplear plásticos y aditivos sin impacto ambiental sobre el medio marino.
"La eólica flotante va a estar a muchos kilómetros de la costa. Si los materiales que utilizamos se correen rápidamente y necesitan mantenimiento constante, los costes de mantener esos parques serían altísimos. Hoy por hoy, insostenibles", abunda Ayoze Castro.
Por su parte, el director de proyecto del consorcio Flotant, Alejandro Romero, precisa que este proyecto está enfocado hacia las energías renovables, pero sus logros podrán beneficiar también a otros sectores, como la acuicultura, la construcción de barcos y plataformas petrolíferas o la operativa portuaria.
Cualquiera que haya visto una batea de mejillones en las rías gallegas o en otra zona de cultivo de moluscos o se haya fijado en hasta qué punto una madera puede cargarse de falsos percebes, algas y otros organismos si lleva tiempo flotando a la deriva en el oceáno, puede hacerse una idea del problema.
"La clave está en el peso. Un cable de potencia dinámico (como el que une un aerogenerador con otro) está flotando en el mar, sumergido, pero flotando. Si se carga con más peso del que soporta, se pandea, se puede incluso estirar, se puede sobrecalentar y su vida útil disminuye", resume Romero.