Von der Leyen afronta su examen final para ser reelegida presidenta de la Comisión Europea

En el tercer piso del edificio principal del Parlamento Europeo en Bruselas, donde se ubican las salas de protocolo, hace días que la máquina de café está permanente preparada para reuniones entre Ursula von der Leyen con eurodiputados clave. El objetivo es claro: la mitad más uno deben dar un "sí" a la alemana.

Con un voto secreto en el Parlamento Europeo durante dos horas el próximo jueves, la presidenta de la Comisión Europea afronta el momento más delicado de su intento de volver a liderar la institución durante cinco años más.

Apenas hubo dudas de que recibiría la nominación de su Partido Popular Europeo y nunca estuvo en cuestión que los suyos ganarían las elecciones. Tampoco se esperaban grandes obstáculos entre los jefes de Estado y de Gobierno, que debían nominarla; el gran examen final siempre estuvo en el hemiciclo de la nueva Eurocámara tras las elecciones.

Y es que los comicios dejaron un Parlamento Europeo en el que la mayoría que sostuvo a Von der Leyen en la pasada legislatura -de populares, socialdemócratas y liberales- será más estrecha, al tiempo que la extrema derecha, aunque dividida en tres grupos diferentes, suma casi una cuarta parte de los escaños.

La alemana ha buscado ampliar esa mayoría mirando hacia su izquierda, con unos Verdes mucho más abiertos a formar parte de la coalición para toda la legislatura, en lugar de a su derecha, donde no ha negociado activamente con el grupo ultraconservador en el que militan los eurodiputados de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, y rechaza de plano a los grupos más radicales.

Von der Leyen se ha saltado incluso la cumbre de la OTAN en Washington esta semana para trabajar en su reelección: ha recibido a eurodiputados en su despacho de la Comisión Europea, pero también ha pasado mucho tiempo en la Eurocámara, desde las reuniones de grupo de populares, socialdemócratas, liberales y verdes hasta la sala de protocolo donde ha recibido a delegaciones pequeñas o incluso eurodiputados individuales.

Su equipo tenía claro desde el principio que tratar de ganarse a grupos enteros para una decisión en la que no hay disciplina de voto era estéril y que sería más útil garantizarse escaños clave que pudieran mover incluso a otros, según explican fuentes de su equipo, con contactos de confianza en las capitales que puedan descolgar el teléfono para seguir haciendo cabildeo.

El voto que tendrá lugar a partir de las 13:00 horas del jueves es secreto, un arma de doble filo que permite no tener que rendir cuentas ni seguir una disciplina marcada por el partido.

Diferentes grupos en principio favorables a Von der Leyen estiman sus propias tasas de disenso entre el 10 y el 20 %, cifra que incluye a quienes han anunciado su voto en contra pero que difícilmente detecta a los rebeldes que no se pronuncian en público.

El número dorado de los 361 votos a favor sobre un Parlamento de 720 escaños se construirá, previsiblemente, con populares, socialdemócratas, liberales y verdes, que sumarían 426 escaños en un escenario improbable sin fugas. Asumiendo que un 10 % de esta mayoría proeuropea vota finalmente en contra, la mayoría "Von der Leyen II" se quedaría en 384 eurodiputados, que serían aún así suficientes

Aun sin negociar activamente con los ultraconservadores, Von der Leyen sí mantiene el contacto con Meloni, que podría añadir 24 escaños si finalmente se suma, y con el primer ministro checo, Petr Fiala, que contaría tres más. A su vez, estas conversaciones pueden molestar a sectores de los socialistas y los verdes, para quien cualquier grupo a la derecha del PPE es una línea roja.

El ambiente entre eurodiputados, altos funcionarios y personal de su campaña consultados por EFE es optimista pero cauto: los números parecen sólidos en la mayoría de escenarios, pero todo el mundo es consciente de que en la política todo puede cambiar en el último momento.

El discurso de "investidura" de Von der Leyen en la mañana del jueves, antes del voto, aclarará las últimas dudas de los grupos, ya que en él se verá en negro sobre blanco cómo ha logrado encajar las promesas que ha hecho a cada facción política para el programa de trabajo de la próxima legislatura.

Si a una mayoría le gusta cómo suena y la candidatura sale adelante, la alemana tendrá el verano para configurar su equipo y preparar el inicio de su mandato durante el otoño.

Si no, la Unión Europea entraría en una crisis institucional sin precedentes y los jefes de Estado y de Gobierno tendrían que nominar a un nuevo candidato en el plazo de un mes.

Laura Zornoza