Mientras representaba al rey Juan Carlos, sumido en una espiral de operaciones que le hizo faltar por primera vez a una de estas cumbres, nada hacía pensar que ocho meses después se produciría el relevo en la jefatura del Estado. "Al príncipe le pueden quedar todavía muchos años de banquillo", decían fuentes de la casa del rey.
Pero un año después, Felipe vuelve como rey de España a la máxima reunión de la comunidad iberoamericana, que se celebrará el lunes y el martes en la ciudad mexicana de Veracruz. Será su estreno en el foro del que su padre fue uno de los más destacados impulsores desde la primera cita, en 1991 en la también mexicana Guadalajara.
Y si su padre impulsó el nacimiento y la institucionalización, él tiene el reto de devolverles esplendor. Su llegada al trono y a las cumbres coincide con una renovación que arranca en Veracruz y que entre las novedades que aporta está el cambiar su periodicidad anual a bienal, para descargar la agenda de los mandatarios y propiciar que dejen de falta tantos como ha ocurrido en ocasiones.
"El rey Juan Carlos fue un gran impulsor de las Cumbres Iberoamericanas y ahora tendremos por primera vez a Felipe VI, que también es un gran conocedor de América Latina", señala la costarricense Rebeca Grynspan.
En marzo sucedió como secretaria iberoamericana al uruguayo Enrique Iglesias y Veracruz es también su primera cumbre. "No tengo duda de que estará tan involucrado como su padre", dice sobre el nuevo rey, con el que se reunió a finales de noviembre para preparar la cita.
Felipe VI mantiene una estrecha relación con América Latina, uno de los focos internacionales principales del reinado de su padre. Conoce a todos los mandatarios, y eso que algunos ni siquiera se conocen entre sí, porque desde 1996 asistía a sus tomas de posesión.
El día que el rey Juan Carlos anunció su abdicación, esperó a que su hijo aterrizara procedente de El Salvador, donde había estado en la toma de posesión número 69, la de Salvador Sánchez Cerén. Cuando ha viajado a esas ceremonias no se ha limitado a participar en ellas. Siempre ha procurado reunirse con el presidente saliente y con el entrante y también con representantes de la sociedad civil.
Ahora que es rey debe definirse aún quién representará a España en esos actos. Desde su proclamación, solo ha habido dos investiduras: la del panameño Juan Carlos Varela, a la que acudió en julio el jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, cuando Felipe no llevaba ni medio mes en el trono; y la del colombiano Juan Manuel Santos a principios de agosto, a la que acudió su padre.
Felipe ha visitado oficialmente todos los países latinoamericanos excepto Cuba. "Conoce a Latinoamérica como pocos", en palabras del ex presidente de Uruguay Julio María Sanguinetti. "Nos conoce a todos. Sabemos de su interés por lo que aquí ocurre. Tenemos clara su sólida formación y apreciamos su talante abierto y comunicativo".
Su padre fue el primer monarca español que pisó América Latina e impulsó una nueva política española hacia la región. "Tiró al pasado el concepto de la hispanidad -tan impregnado de franquismo- para construir lazos nuevos y modernos donde la Península Ibérica convocaba a sus contrapartes hermanas no solo a conmemorar el Quinto Centenario, sino a dar un sentido de siglo XXI a los valores compartidos", según el ex presidente de Chile Ricardo Lagos.
El reto de Felipe VI es ahora contribuir a la revitalización de las Cumbres Iberoamericanas, que fueron cayendo en el desinterés hasta entrar en una crisis que a partir de Veracruz se intentará salvar.
"Iberoamérica no es solo una oportunidad. Es una oportunidad brillante", dijo en octubre el monarca, insistiendo en la necesidad de potenciar las relaciones entre los dos lados del Atlántico.
La Cumbre Iberomericana de México -a la que no lo acompaña la reina Letizia porque no hay programa para las primeras damas- será su gran estreno como único rey en un grupo de mandatarios republicanos. Pero no por ser la primera de estas citas que preside el contexto le resultará extraño.