"Está claro para mí que la situación actual se ha convertido en una distracción del trabajo vital que este gobierno está haciendo para dar la vuelta a este país", escribió en su carta de dimisión al primer ministro, David Cameron.
El jefe de gobierno británico, que la defendió hasta el final, expresó su "tristeza" por la decisión de Miller y confió en que algún día pueda volver a su gabinete. Como sucesor de Miller, Cameron nombró a Sajid Javid, hijo de un conductor de autobús de Pakistán que ocupó cargos en áreas financieras del gobierno.
Miller compró y luego vendió con un beneficio de un millón de libras una casa en el sur de Londres, en la que vivían también sus padres y que ella registró como "segunda vivienda". Para ello la ministra recibió dinero del fondo para diputados, en concreto más de 90,000 libras (unos 110,000 euros/150,000 dólares).
Un comité parlamentario decidió más tarde que debía devolver 45,000 libras y consideró que no había actuado de forma correcta al registrar el inmueble como segunda vivienda. Sin embargo, en la última instancia el Comité de Prácticas de la Cámara de los Comunes redujo la cifra a sólo 5,800 libras (unos 7,000 euros/9,700 dólares).
La rebaja, así como los cuestionamientos al comportamiento de la ministra y sus escuetas disculpas de apenas 30 segundos generaron tal ola de críticas que la política finalmente optó por renunciar.
Sus adversarios dentro del propio Partido Conservador la acusaron sobre todo de no haber actuado de forma transparente. Cameron la apoyó públicamente hasta el final, por lo que su dimisión es un golpe para su imagen.
El portavoz de la ministra habló de "una caza de brujas" dentro del partido de Cameron como represalia porque ella se había pronunciado a favor del matrimonio homosexual y la reforma de las normas aplicadas a la prensa. En ambos casos se trata de temas que dividen a los conservadores. Cameron hizo del matrimonio homosexual una de sus banderas para intentar atraer a votantes jóvenes.
El diputado laborista John Mann, quien presentó la queja contra Miller, afirmó que la opinión pública está indignada con los gastos de la ministra y que la decisión de Cameron de que lo destituirla fue "incomprensible para la mayor parte de la gente".
"Maria Miller debería haber dimitido inmediatamente y al no hacerlo, el señor Cameron debería haber mostrado algo de liderazgo y tendría que haberla destituido", reclamó Mann, quien cree que este caso muestra que hay que poner fin a la autorregulación de los gastos de los diputados. (DPA)