Advirtió que ser “prisioneros” del dinero, aunque haya sido ganado honestamente, de las propias certezas e “intereses”, aleja a los hombres de Dios.
Estableció que actualmente muchos jóvenes “buenos” sufren ese tipo de infelicidad y por ello no responden a la llamada de Dios para convertirse en presbíteros y religiosas.
Jorge Mario Bergoglio partió en su reflexión del pasaje bíblico sobre el hombre rico que le preguntó a Jesús qué debía hacer para alcanzar la vida eterna y se alejó entristecido cuando Cristo le respondió: “Vende tus bienes y ven conmigo a predicar el evangelio”.
“(Él) hizo su elección: el dinero. El corazón lleno de dinero. Pero no era un ladrón, un reo: no, no, no! Era un hombre bueno que nunca había robado, nunca! Nunca había engañado! Era dinero honrado. Pero su corazón estaba prisionero allí, estaba ligado al dinero y no tenía la libertad para elegir. El dinero eligió por él”, refirió.
Reconoció que muchos jóvenes están contentos de seguir a Cristo pero “tienen el corazón lleno de otra cosa”, no tienen la valentía para vaciarlo, se echan atrás y su alegría se convierte en tristeza.
Clamó para que el corazón de estos jóvenes pueda vaciarse de otros intereses, de otros amores y que se libere, para que puedan seguir de cerca a Jesús.