El jefe de la policía, Andrew Colvin, aseguró que la institución actuó de forma correcta y descartó que fuera a disculparse. Fue una información transmitida por la policía australiana a la de indonesia la que permitió en 2005 la detención de nueve australianos, de los que dos, Andrew Chan y Myuran Sukumaran, fueron ajusticiados la semana pasada.
El padre de uno de los australianos informó en aquel momento a las autoridades porque estaba preocupado por su hijo. Su intención era que impidieran la salida del joven del país, pero en vez de ello éstas informaron a Indonesia. La policía del país asiático detuvo entonces en Bali a nueve personas con más de ocho kilos de drogas, entre ellos Chan y Sukumaran.
El hijo del hombre que dio el soplo, entonces de 20 años, fue sentenciado a cadena perpetua y la cumple en Bali.
Colvin alegó que no había indicios en aquel momento para evitar la salida del país de los australianos. Acusar a la policía de "tener sangre en las manos" es de mal gusto, añadió. "No podemos disculparnos por nuestro papel en evitar el tráfico de drogas", subrayó, y recordó que entre 2007 y 2011 murieron en Australia 4.100 personas por el consumo de estupefacientes.
El mismo día de la muerte de los australianos, el 29 de abril, también fue ajusticiado el brasileño Rodrigo Gularte, condenado asimismo por tráfico de drogas. Pese a que su familia alegó que sufría problemas mentales, las autoridades siguieron adelante con la ejecución de Gularte. El caso generó una protesta diplomática de Brasil ante Indonesia.