Los herederos de Alfred Flechtheim (1878-1937) consideraron "una noticia dolorosa para las víctimas del nazismo aún vivas y para sus descendientes" que Cornelius Gurlitt, el anciano en cuya casa aparecieron las obras, se negara a devolver la colección.
Gurlitt recibió los cuadros de su padre, un coleccionista que mantuvo una estrecha relación con los nazis. Los investigadores confiscaron los 1,400 cuadros y sospechan que casi 600 fueron robados por el régimen a coleccionistas judíos como Flechtheim.
Las posibilidades de recuperar obras robadas son "minúsculas", porque en Alemania falta una ley que regule el procedimiento, lamentaron hoy los abogados de los herederos de Flechtheim, Mel Urbach y Markus Stötzel.
Los letrados consideraron que la legislación actual favorece a los propietarios de bienes culturales de origen dudoso, entre otras razones por la prescripción de los derechos de los dueños legítimos.
"Alemania debe sentar una base fiable, transparente y jurídica", añadieron los abogados. Como modelo podría servir la ley existente en Austria para la restitución de arte robado durante el nazismo (1933-1945).
Los herederos de Flechtheim llevan años reclamando la devolución de obras de Max Beckmann por parte de la colección de museos estatales de Baviera y de Renania del Norte-Westfalia y ya lograron la restitución de obras por parte de museos de Bonn y Colonia.
Una comisión mediadora probó que Flechtheim vendió los cuadros ahora devueltos ante la presión de los nazis. La misma suerte corrieron numerosos coleccionistas y propietarios de arte judíos durante el nazismo.