Shinawatra, que llegó al gobierno en agosto y se enfrenta a su primera crisis, ordenó ayer abrir las compuertas de la ciudad para permitir que el agua acumulada en el norte del país fluya hacia el mar, pese al riesgo en sectores de la capital, incluso en el aeropuerto internacional y el centro histórico.
“Pido a los residentes de Bangkok que pongan en alto sus bienes, por precaución, pero no deben tener pánico, sólo prepararse”, dijo la mandataria a los periodistas.
Al menos 320 personas han muerto y otros nueve millones se han visto afectadas por las lluvias torrenciales en el norte del país, que ha anegado el 10 por ciento de la tierra arable y ha provocado el cierre de fábricas y comercios.
Más de 50,000 soldados y 30,000 policías fueron movilizados para tratar de construir diques por medio de sacos de arena, con el objetivo de frenar el avance del agua, pero ello fue insuficiente.
La población se echó a la calle para hacer acopio de agua potable y alimentos, ante el temor de que el agua interrumpa el suministro.