La comisaria del ramo, Navi Pillay, condenó "el uso desenfrenado de la tortura en instalaciones penitenciarias en toda Siria y por algunos grupos de oposición armados" y reiteró que la tortura es un crimen de guerra y su empleo en Siria equivale a crímenes contra la humanidad.
Pillay exigió al gobierno y a los rebeldes que pongan freno a esos maltratos.
Entre las atrocidades descritas en el informe se encuentran las llamadas "fiestas de recibimiento" en prisión: "Tras su llegada, los presos son golpeados y humillados durante varias horas por los guardias de forma rutinaria".
Un estudiante contó cómo en la prisión de las fuerzas aéreas sirias le quemaron las plantas de los pies y le arrancaron las uñas de los pies. Otra mujer contó cómo fue interrogada durante noches enteras en las que también fue violada. (DPA)