En una comparecencia conjunta de Williams y del ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, ante los medios en Rabat, la diplomática subrayó que el cese de hostilidades ha creado "una dinámica nueva" para buscar una solución pacífica a la crisis, pero advirtió de que esa oportunidad "no se sostendrá para siempre".
"La crisis en Libia siempre ha sido internacionalizada y ya es el momento para que se convierta en un asunto interlibio" mediante un diálogo lejos de toda influencia extranjera, precisó Williams.
Asimismo, insistió en que este diálogo debe ser inclusivo que implica a todas las partes políticas libias, las minorías, la sociedad civil, las organizaciones de la mujer y los representantes de las tribus.
Recordó que, además de hostilidades, los libios sufren otros problemas como la destrucción de las infraestructuras, la crisis energética y los cortes de la electricidad, y la propagación rápida del coronavirus, concretamente en las zonas sureñas.
Williams calificó el acuerdo del alto el fuego de "valiente", así como expresó su optimismo sobre una posible vuelta al proceso político, en el marco de las conclusiones del foro de Berlín, para alcanzar una solución política definitiva.
Por su parte, Burita recalcó la posición de Marruecos de que la ONU debe ser el mediador único en esa crisis para que los libios lleguen a un acuerdo político con el fin de superar, de forma pacífica, el problema de la legitimidad en el país, lejos de las injerencias extranjeras.
"Marruecos no tiene una solución para este conflicto, sino una voluntad sincera para ayudar a los hermanos libios y apoyar a los esfuerzos de la ONU", apuntó.
Marruecos acogió en 2015, bajo los auspicios de la ONU, un foro de diálogo entre las partes que llevó a la firma del Pacto de Sjirat (por la localidad marroquí cercana a Rabat donde se celebró) para recuperar la estabilidad y reactivar el papel de las instituciones nacionales libia. Pero el pacto se convirtió en papel mojado.
El pasado 21 de este mes, los dos gobiernos en conflicto desde 2015 en Libia anunciaron un alto el fuego tras quince meses de intensos combates, y se comprometieron a trabajar con la comunidad internacional para hallar una salida negociada que incluya la convocatoria de elecciones.
Solo en los últimos quince meses, los combates han segado la vida de más de 1,800 personas -400 de ellas civiles-, causado heridas a más de 20,000 y obligado a más de 150,000 a abandonar sus hogares y convertirse en desplazados internos.