La ciudad se ha convertido con estos esfuerzos en una de la pioneras en el mundo en prohibir el consumo de grasas trans en restaurantes desde 2008, así como en forzar a los establecimientos a advertir sobre el uso excesivo de sal en sus alimentos desde noviembre pasado.
El intento del anterior alcalde, Michael Bloomberg, de regular el consumo de azúcar, quedó bloqueado en 2013 por una decisión judicial que consideró inconstitucional prohibir la venta de sodas en envases mayores a medio litro, que la ciudad declaró perjudiciales para la salud.
Como alternativa, la ciudad lanzó ese mismo año una campaña para alertar a los neoyorquinos sobre los riesgos de ingerir sodas y productos azucarados que, de acuerdo con sus estadísticas, dispararon los niveles de obesidad y diabetes en las últimas décadas.
Las grasas trans, que elevan el “colesterol malo” y reducen el “colesterol bueno”, están contenidas en una gran variedad de alimentos procesados, sin ofrecer ningún beneficio.
La ciudad prohibió que los restaurantes de cualquier clase ofrecieran alimentos con grasas trans desde hace ocho años, salvo en los casos en que sean ingrediente de productos previamente empacados.
La batalla contra la obesidad continuó en 2013, cuando las autoridades lanzaron la campaña “Sirviendo libras”, que advertía sobre el elevado contenido de azúcar en sodas, tés endulzados y bebidas supuestamente saludables.
La campaña subraya que los estadunidenses en general consumen cada día entre 200 y 300 calorías más que hace tres décadas, periodo en que los niveles de diabetes se han disparado de manera notable.
La alcaldía advirtió que la diabetes y las enfermedades relacionadas con la obesidad afectan de manera desproporcionada a las comunidades pobres de Nueva York, en especial a las familias afroamericanas y latinas.
De acuerdo con estimaciones de las autoridades, la campaña logró reducir el consumo de alimentos azucarados, al presentar el contenido de azúcar en su equivalente en número de sobres o cucharadas.
En un comercial de la campaña, por ejemplo, se observa a un hombre comer 16 cucharadas de azúcar frente a dos alarmados clientes de un merendero que, a su vez, consumen sodas que contienen la misma cantidad de endulzante.
El más reciente esfuerzo de la ciudad fue presentado en noviembre pasado, cuando las autoridades dispusieron que los restaurantes con más de 15 establecimientos en el país advirtieran a sus clientes sobre sus alimentos con dosis de sal mayores a las recomendadas.
Los restaurantes de Nueva York están obligados a imprimir en sus menús la figura de un salero en alimentos que contengan dos mil 300 gramos de sodio o más, a fin de prevenir la presión arterial, el riesgo de enfermedad cardíaca y de accidentes cerebrovasculares.
De acuerdo con las autoridades, el neoyorquino promedio consume casi 40 por ciento más sodio que el límite diario recomendado, y los afroamericanos y los hispanos consumen aún más sal que los blancos.