"Nos pegaron con palos", recuerda Rawand, y denuncia que los oficiales que detuvieron a su grupo de migrantes se quedaron con todo su dinero en efectivo y con los teléfonos móviles. Dice que la rotura que se ve en su chaqueta es por la mordida de un perro de la patrulla.
Rawand está en una "casa segura" de quienes intentaron hacerlo cruzar la frontera. Es uno de los clientes de Hamid que no han tenido suerte.
Hamid, un kurdo de 40 años, trabaja en una banda que traslada grupos de 15 personas a través de la frontera y hacia lo que esperan que sea la vida de sus sueños en la Unión Europea (UE).
El propio Hamid huyó de Siria hace dos años y dice que su trabajo ahora consiste en alojar a migrantes en Estambul antes de que continúen viaje hacia otros destinos. Entre otras opciones, los cinco miembros de su grupo turco-kurdo organizan traslados a Bulgaria, y desde allí las redes locales de traficantes se hacen cargo de los trasladados.
En los últimos dos años su célula hizo entrar a más de 500 personas a la UE, asegura Hamid, que pidió no ser fotografiado ni llamado por su nombre completo.
Teniendo en cuenta la cantidad de conflictos que existen en la región de Cercano Oriente y Oriente Medio, no es de sorprender que no sean pocos los que recurran a sus ofertas. "El número está creciendo, la mayoría quiere ir a Alemania", asegura. Su clientela se compone mayormente de kurdos de Irak y Siria, muchos yazidíes, árabes y afganos.
El precio exigido varía. Hacer el camino por tierra a través de Bulgaria hasta Alemania cuesta entre 7.500 y 12.000 euros por persona. El grupo de traficantes le suma 8.500 euros y los pagos suelen tener que ser depositados en moneda extranjera.
"Es más barato si viajas en bote", explica, porque los pasajes a Italia cuestan unos 5.000 euros. No obstante, no lo recomienda. "Es muy riesgoso. Mucha gente muere... La mayoría de nuestros clientes van por Bulgaria", apunta, "les tienen miedo a los barcos".
Cruzar a pie a Bulgaria y luego seguir viaje en un minibús cuesta 1.500 euros, pero también tiene sus riesgos, tal como le consta a Rawand.
Serbia también suele ser difícil para lograr el ingreso porque cuenta con mucha más seguridad en la frontera. Pero de Hungría en adelante resulta más sencillo. Y si todo va bien "lleva seis o siete días llegar a Alemania", dice Hamid, que asegura que un 75 por ciento de los migrantes logra llegar a destino. "Los que son enviados de regreso reciben un reintegro de lo que pagaron". Menos los gastos.
Puede que Rawand ahora esté en tierra de nadie, pero asegura que volverá a intentarlo cuanto antes, si bien con una salvedad. "No voy a ir por mar. Eso implica la muerte", asegura.
Al reflexionar sobre lo que hace, Hamid dice que la tarea no lo hace rico ni feliz, pero que le permite al menos sobrevivir y mantener a su mujer y a sus tres niños. Muchas de las personas a las que ayuda venden sus últimas posesiones para poder pagar por una nueva vida. "Veo gente totalmente desesperada que nos dio todo su dinero para llegar a Europa. Eso me pone muy triste", comenta.
No obstante, dice, sin esa inversión la ruta ilegal hacia la UE sería infranqueable. A Hamid le encantaría poder empezar él mismo una nueva vida. Ahora está teniendo buenos contactos que podrían facilitarle el sueño, pero no sólo es su vida la que está a la espera. También es la de su familia, y trasladar a todos le costaría miles y miles de euros. Para ellos, las agujas del reloj siguen detenidas.