"Soy muy consciente de que las necesidades humanitarias en todo el mundo son mayores que nunca, y que los recursos escasean, pero también sé que su apoyo puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte", destacó Guterres en la conferencia, séptima para el país que convoca Naciones Unidas en ocho años de guerra civil yemení.
Guterres subrayó que en el año 2022 un alto el fuego de seis meses supuso un alivio para el conflicto (en el que Naciones Unidas calcula que han muerto más de 370,000 personas) y destacó que aunque la tregua ha expirado prosiguen sus principales provisiones, que permiten los enlaces aéreos y marítimos para el envío de ayuda.
"Sin embargo, la economía de Yemen continúa en caída libre, sus servicios básicos están colapsados y las necesidades humanitarias siguen en aumento", subrayó, para destacar que alrededor de dos tercios de la población nacional, o unos 21 millones, necesitan asistencia y protección.
El pasado año Naciones Unidas recibió de países y organizaciones donantes 2,200 millones de dólares, con los que entregó ayuda humanitaria a 11 millones de yemeníes, lo que contribuyó a que dos millones menos de personas sufrieran malnutrición y dejara de haber otras en situación de hambruna (antes llegaron a ser 161,000).
"Pero esos progresos siguen siendo frágiles, y si el apoyo se detiene ahora, las agencias de ayuda humanitaria se verán obligadas a reducir o suspender sus programas, lo que podría tener un terrible coste en vidas humanas", afirmó el secretario general de Naciones Unidas.
"El pueblo de Yemen necesita nuestro apoyo, pero por encima de todo merece una hoja de ruta creíble hacia el final del conflicto y una oportunidad para reconstruir sus comunidades y su país", subrayó Guterres, quien reconoció que "la ayuda humanitaria es un vendaje, ayuda a salvar vidas, pero no puede poner fin a la guerra".