Popularmente conocidas como "bucket lists" -una expresión que viene de la coloquial "kick the bucket": pasar a mejor vida-, se trata de enumeraciones de 50 o hasta 500 cosas que a uno le gustaría hacer antes de morir. Y, desde hace unos años, se han convertido en una popular actividad para pasar la tarde en el bar.
La tendencia comenzó a extenderse gracias la película "The Bucket List" (2007), en la que Jack Nicholson y Morgan Freeman encarnaban a dos enfermos de cáncer que en su último año de vida intentan hacer todo lo que les había quedado pendiente. Y su lista es larga: escalar pirámides, saltar en paracaídas, conducir un bólido de carreras, ir de safari a África, besar "a la chica más guapa del mundo"...
En la vida real, los deseos más impensables suelen proceder de los más pequeños. Y la fundación Make a Wish (pide un deseo) lleva años ayudando a niños gravemente enfermos a hacerlos realidad. Gracias a donaciones y la ayuda de voluntarios, un niño puede convertirse por un día en policía, jugador profesional de hockey sobre hielo, diseñador de coches o pianista.
Según la fundación, cada 38 minutos hacen realidad los deseos de un menor gravemente enfermo. Y quizá, el más famoso de ellos hasta ahora sea Miles Scott, que en 2013 tenía cinco años cuando vestido de "Batkid" (niño Batman) se puso a perseguir a delincuentes por las calles de San Francisco.
Por su parte, el "coach" de motivación personal Ryan Eller ilustra cada objetivo de su lista con una fotografía: desde bailar con Miss America a correr una maratón, ver un volcán activo, caminar por la Gran Muralla china, ir a los Sanfermines de Pamplona o surfear en Hawai, las imágenes conforman un mosaico de sus sueños más profundos.
En su opinión, la mejor manera de hacerse una lista es inspirarse en las de los demás. Y por eso, propone a sus lectores 281 sueños que pueden "copiar".
Curioseando entre las listas de otras personas, hay varios elementos que se repiten: lujo (dormir en el hotel más caro del mundo), fama (tomar café con una estrella de cine), viajes (subir a lo más alto de la Torre Eiffel), animales (bañar a un elefante), deporte (competir en un triatlón), valor (actuar en público), ambición (completar un doctorado) o altruismo (ayudar a un desconocido).
Al igual que no existen dos personas iguales, tampoco hay dos "bucket lists" iguales. Hay retos que podrían parecer banales y suponen un ansiado sueño para otros, como aprender a conducir y a tocar la guitarra, según escribía una mujer en Bucketlist.org. Otro deseaba tener un perro, ver nevar y visitar el Vaticano.
Entre tanto, autores y editores han descubierto ya el lucrativo segmento de estas listas de cosas que hacer antes de morir: el libro "1000 sitios que ver antes de morir", de la autora de viajes Patricia Schultz, ha sido traducido ya a 25 idiomas.
Por su parte, el autor de "101 cosas que hacer antes de morir", Richard Horne, sostiene que una vida no es plena si a uno no lo arrestaron alguna vez, recibió un premio o se fue de un restaurante de tres estrellas sin pagar. (DPA)