Esta urbe de reminiscencias bíblicas es -o era- uno de los lugares más tranquilos en la región, un centro vacacional para palestinos y punto de atracción para turistas y peregrinos cristianos que se mantenía estable pese a los altibajos de más de 50 años de ocupación israelí.
Sin embargo, el pico de violencia en Cisjordania -donde han muerto más de 80 palestinos en lo que va de año en incidentes violentos con Israel- salpicó la ciudad con un duro espiral de choques que, para muchos analistas, es síntoma del creciente malestar de la población palestina.
El foco de tensión es el campo de refugiados de Aqabat Jaber, en un acceso de la urbe, donde a inicios de año surgió un grupo armado, formado por jóvenes locales, que atacó colonias israelíes del área y preparaba otros ataques, según Israel.
EXTENSIÓN DE VIOLENCIA
Esto derivó en un ciclo de enfrentamientos semejantes a los de Nablus o Yenín, principales núcleos de resistencia armada en el norte de Cisjordania. Pero el descontento fluye por todo el territorio palestino y Aqabat Jaber devino en nuevo punto de fricción.
Según Dalal Iriqat, abogada palestina que creció en Jericó, "al principio parecía muy raro lo que pasaba en el campo" pero "es reflejo de años de apartheid y racismo" aplicados por Israel, unas condiciones que se han agravado con el actual Gobierno de Benjamín Netanyahu, el más derechista en la historia del Estado judío.
Entre enero y marzo, la ciudad vivió muchas redadas del Ejército israelí, los choques entre tropas y jóvenes locales armados se hicieron comunes, los muertos palestinos se dispararon y los ataques contra israelíes aumentaron.
Seis residentes de Aqabat Jaber -cinco de ellos presuntos miembros del brazo armado de Hamás- murieron por fuego israelí en menos de un mes, mientras que un estadounidense-israelí también falleció hace dos semanas en un tiroteo presuntamente cometido por palestinos del campo en una carretera cercana.
CIUDAD "SITIADA"
Israel intensificó los controles en entradas y salidas a la urbe y cortó carreteras, por lo que la ciudad quedó "sitiada", según denunció la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que acusó a las autoridades israelíes de aplicar "un castigo colectivo" a sus residentes al paralizar casi la urbe por semanas.
En Aqabat Jaber se aprecian aún las cicatrices: casas dañadas en redadas israelíes; carteles en homenaje a los "mártires", mientras niños y adolescentes llevan colgantes con fotos de milicianos a los que idolatran y rememoran las incursiones militares al campo.
"La vida antes era buena aquí", lamenta a EFE un chico de 15 años que nunca antes vivió tales niveles de violencia en Aqabat Jaber.
Lo dice entre restos de metralla en la casa de su vecino Moaied, joven de 26 años que describe a EFE cómo parte de su vivienda saltaba por los aires por dos proyectiles lanzados en una redada israelí el mes pasado.
Ahora tiene a obreros reparando los daños tras haber pasado 18 días en prisión por sospechas de lazos con grupos armados, aunque Israel lo liberó al no tener pruebas contra él, según explica.
ANHELO DE NORMALIDAD
En el campo, según comentan a EFE varios residentes, los milicianos eran pocos y las fuerzas israelíes ya arrestaron o mataron a la mayoría, por lo que algunos esperan que pronto se vuelva a cierta normalidad.
Pero las incursiones israelíes siguieron este mes, y el 1 de marzo se saldó con la muerte de un joven de 22 años. Según vecinos, era un civil que recibió disparos al verse en medio de una incursión israelí.
Sufrió "una flagrante violación del derecho a la vida", según el servicio de emergencias Media Luna Roja, que denunció que las tropas obligaron a suspender su atención médica y su reanimación cardiopulmonar cuando estaba gravemente herido.
"Se lo llevaron a un coche militar y falleció poco después", aseguró la organización. A consultas de EFE, el Ejército israelí dijo que "las circunstancias de su muerte están siendo revisadas", sin dar más detalles sobre el fallecido, al que inicialmente describió como sospechoso de terrorismo que escapaba a su arresto.
En aquella operación se arrestó a Maher Shlon, acusado de cometer el ataque mortal contra el estadounidense-israelí. Según su hermano Mohamed -también detenido y después liberado-, Israel ya tomó medidas de su casa para su demolición, una forma de disuasión contra atacantes que grupos de derechos humanos ven como castigo colectivo.
"En esta casa viven niños pequeños. ¿Dónde irán si Israel la derriba?, dice Mohamed dentro del domicilio. "Si la situación sigue así, no habrá paz", concluye pesimista.