"Los países del mundo deberían considerar su pertenencia al Consejo de Derechos Humanos, que apoya a una organización terrorista asesina", dijo en un breve comunicado el diplomático israelí Danny Danon, en referencia al movimiento islamista palestino Hamás.
La comisión de Naciones Unidas que investiga los ataques de Israel a las "Marchas del Retorno", celebradas en la franja palestina de Gaza desde marzo de 2018, declaró este miércoles que esos incidentes, en los que las fuerzas israelíes mataron a por lo menos 189 personas, pueden constituir "crímenes de guerra".
"Hay bases razonables para creer que durante la Gran Marcha del Retorno los soldados israelíes cometieron violaciones de los derechos humanos y la ley humanitaria, en algunos casos constitutivas de crímenes de guerra o contra la humanidad, y deben ser inmediatamente investigadas por Israel", señaló el presidente de la comisión, el argentino Santiago Cantón.
Para Danon "este Consejo está cegado por el odio hacia Israel y las Fuerzas de Defensa de Israel y malgasta sus recursos y su tiempo en ataques políticos y en extender mentiras".
La Comisión dijo haber tenido en cuenta la posición de Israel, que argumentó que las protestas ocultaban "actividades terroristas" por parte de grupos armados palestinos, pero determinó que las marchas eran principalmente actos civiles y "pese a algunos actos de violencia, no constituyeron combates o campañas militares".
En su informe, también reconoció que entre los manifestantes había miembros de grupos armados organizados, pero recordó que las leyes internacionales en materia de derechos humanos "prohíben el uso de la fuerza basado simplemente en la afiliación de una persona a un grupo, en lugar de a su conducta".
Según el embajador israelí ante Naciones Unidas, "el informe ignora la única verdad: que los soldados del Ejército israelí actuaron moralmente para proteger a los ciudadanos israelíes mientras que Hamás envió niños a las vallas (que separan Israel de Gaza) y los usó como escudos humanos".
Las marchas comenzaron el 30 de marzo de 2018, han llegado a congregar a decenas de miles de personas junto a la frontera con Israel y han continuado desde entonces. Piden que los refugiados palestinos y sus descendientes puedan ejercer su derecho de retorno a Israel.